Guillermo Vidalón

El Estado inclemente y las izquierdas

El Estado inclemente y las izquierdas
Guillermo Vidalón
21 de octubre del 2015

Sobre la agenda estatista de la izquierda y las próximas elecciones

El Estado peruano se ha mantenido distante de sus ciudadanos casi desde su origen, por eso la desafección respecto de él, por ello crece la informalidad en una sociedad que elude el cumplimiento de las leyes como una válvula de escape.  

El Estado desconfía de la capacidad organizativa y resolutiva de sus ciudadanos para enfrentar sus propios problemas, por eso los atenaza con leyes que ni siquiera las instituciones del propio Estado son capaces de cumplir. Lo más lamentable es que, habiéndose constatado de manera reiterativa la ineficiencia del aparato estatal, aún hay opciones políticas que demandan su fortalecimiento, la expansión de la burocracia administrativa antes que aquella orientada al servicio al ciudadano.

El próximo año se llevarán a cabo las elecciones generales en las que competirán diversas opciones, algunas más afectas al ciudadano, a sus opciones de generación de desarrollo y bienestar, las que las izquierdas llaman despectivamente las opciones de “mercado”; y, por otro lado, aquellas que buscan el robustecimiento del aparato estatal, como si su carga no fuese ya suficiente para seguir siendo subvencionada por el trabajo de todos los peruanos.

La izquierda estatista es aquella que desde el ejercicio del poder propone perseguir al pequeño, mediano y gran empresario porque no acatan sus disposiciones. Como si se tratase de un tema estrictamente de voluntariedad del emprendedor, cuando lo importarte es elevar la productividad para que se genere los excedentes necesarios que permitan satisfacer las expectativas de todos y cada uno.

La izquierda peruana aún vive enclaustrada en su pasado discurso violentista de “salvo el poder todo es ilusión”. Todavía no incorpora la democracia como un ejercicio de convivencia y tolerancia entre todos los ciudadanos. Por eso su accionar es cada vez más violento en toda acción de protesta. Se puede discrepar de la autoridad, pero no se puede desacatar su mandato y, desde el ejercicio de la autoridad, tampoco se puede avasallar al discrepante.

En el Perú, la historia de las izquierdas es la del avasallamiento, la del todo o nada. La de estás conmigo o eres un traidor a la “causa popular”.  Por eso sus discursos son “Patria o Muerte”, “Agro sí, el otro no”. Estratégicamente, frente a los procesos electorales, emplea el discurso de la “Inclusión” frente a la marginación que todavía subsiste en parte de la población. No obstante, se niega a aceptar la eficacia de la ruta más adecuada para reducir la pobreza, como es el fortalecimiento de la iniciativa privada.

El país necesita contrapesos ideológicos para fortalecer la democracia, pero esto sólo se logrará cuando las izquierdas modernicen sus discursos y reconozcan el aporte creativo de las fuerzas pacíficas de la ciudadanía.

En los últimos años, la presencia “reglamentarista” del Estado ha sido de tal magnitud que ha terminado por doblegar el dinamismo alcanzado por nuestra economía. Ahora se justifican señalando que lo ocurrido responde a la evolución de la economía mundial, lo cual no es cierto. El Perú tuvo la oportunidad de acabar estadísticamente con la pobreza extrema, reducirla a menos de cinco por ciento, pero no lo hizo por el dogmatismo ideológico antimercado. Esas fuerzas retardatarias son las que la democracia deberá derrotar en las urnas el 2016.

Por: Guillermo Vidalón del Pino

Guillermo Vidalón
21 de octubre del 2015

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