El espanto como doctrina

Acerca del uso del terrorismo como arma principal del Estado Islámico. 

Nuevamente nos ocupamos de los horrores islamistas. Esta vez se trata del piloto jordano que el Estado Islámico (EIS) incineró vivo. El macabro crimen habría ocurrido el 4 de enero. 

El video respectivo (ver: http://goo.gl/4L03HA) al igual que otros producidos por el EIS muestran el desparpajo con el que ese grupo perpetra sus horrores. Sugiero verlo. Muestra la crueldad ilimitada de estos enemigos de la humanidad. 

Ni Hitler ni Stalin cometieron sus crímenes con tanta impudicia. Los nazis, burocratizaron el genocidio judío, haciéndolo anónimo y dándole un nombre anodino: La Solución Final. Sería quizás un secreto a voces, pero ni Hitler ni sus secuaces se ufanaban de sus millones de víctimas ni de la eficiencia con que los mataban. Dicho de otro modo, le permitieron al pueblo alemán hacer como si nada pasara. 

Con Stalin ocurrió algo parecido. Sus infortunadas víctimas desaparecían al amparo de la noche y nunca más se sabía de ellas. Era como si la tierra misma se las hubiese tragado. 

A diferencia de los nazis, el EIS y sus hermanos putativos de Al Qaeda se ufanan de sus crímenes. El esmero nazi para disimularlos ha sido reemplazado por una orgullosa desvergüenza, no vaya a ser que alguien les dispute los derechos de autor. 

Mientras mayor es el sadismo y mayor el desparpajo, más poderosos se sienten. En parte por la lógica misma del terror. En un artículo anterior citamos al general pakistaní S.D. Malik y su libro "La estrategia coránica de la guerra" donde define la clave de la victoria como golpear al corazón del alma humana con el terror,  siendo este "no el medio para imponer un desenlace, sino el desenlace mismo". Pero hay más. 

Detrás del sadismo islamista se esconde una profunda perversión frente a la cual, incluso, la inconmensurable crueldad nazi palidece. ¿Porque de qué otro modo puede entenderse que el EIS reciba miles de voluntarios de todo el mundo? 

Esta perversión no es otra cosa que el mal. Ese mismo mal cuya mera existencia el relativismo posmoderno rechaza. Para un posmoderno nada es más retrógrado que nociones objetivas de bien y de mal. 

El señor Obama, por ejemplo, es un posmoderno perfecto. Con peculiar tino declaró "(...) durante las cruzadas y la inquisición, los cristianos cometieron muchos crímenes en nombre de Dios" (justamente el EIS califica de cruzados a quienes los combaten, incluyendo el infortunado piloto que incineraron). Su reacción inmediata fue referirse al EIS como "esa organización". 

Quien habla así no piensa que el EIS constituye una encarnación maligna que debe ser aniquilada a cualquier precio. No se le ocurre hablarle a su pueblo sobre lo dura que pueda ser la lucha para destruirlos y lo importante que es hacerlo antes que sea demasiado tarde. 

Pero, ¿acaso el EIS es simplemente una organización? Una organización será una ONG cualquiera, incluso un grupo mafioso, pero una entidad sanguinaria que controla decenas de miles de kilómetros cuadrados del Medio Oriente, que mata con sadismo y aspira a un califato mundial, no es sólo una "organización". 

Un crimen horrendo contra un aliado no le concita indignación, real o fingida. No debe sorprendernos. A Obama tampoco le pareció importante participar en la marcha parisina contra el terrorismo islámico. 

Para el señor Obama el EIS no es maligno, es sólo una organización. Sus palabras, dichas de impromptu, son pues reveladoras.   

Por: Víctor Andrés Belaúnde Gutiérrez
09 - Feb - 2015