Darío Enríquez

El distrito electoral uninominal es la mejor opción

El distrito electoral uninominal es la mejor opción
Darío Enríquez
17 de mayo del 2017

Proceso eficaz, simple y legitimador de la representatividad de elegidos

En la discusión sobre la reforma electoral, la propuesta de disolver el actual sistema de listas con voto preferencial es casi unánime. Pero no todos quienes deseamos desaparecer el nocivo voto preferencial seguimos la misma idea al proponer un sistema sustituto. Retroceder al modelo en el cual los partidos definen listas cerradas y un orden de prelación arbitrario para un electorado que debe aceptar pasivo la imposición de las cúpulas hace mucho más agudo el problema de la representatividad y la consiguiente legitimidad del elegido.

La opción frente a la necesaria desaparición del voto preferencial es ir a otro sistema en el que haya eficacia, simplicidad y legítima representatividad. Ese sistema es el que en otras latitudes se denomina “distrito electoral uninominal”. Retomando lo que indicamos en nuestra anterior entrega, si tenemos 130 congresistas, la población electoral se divide en 130 partes iguales. Cada grupo o población electoral, definido en un espacio geográfico determinado, escoge a uno y solo un congresista. Los candidatos deben pertenecer al distrito electoral, ejerciendo su voto y siendo elegidos en él. Entre muchas otras, identificamos seis grandes ventajas:

1) Todos los congresistas serían pares entre sí, pues representan a una población similar. No habría extremos de congresistas con 5,000 votos y otros con un millón.

2) Se elimina votación preferencial y la cifra repartidora, porque cada distrito electoral elige a uno y solo un congresista. El partido se obligará a seleccionar como candidato al mejor en su distrito electoral. No tiene espacio para equivocarse, pues solo hay un candidato por distrito uninominal y no una larga lista en la que algunos se refugian en la avalancha del voto preferencial y la cifra repartidora.

3) Se facilita la consulta pública, pues en asuntos de gran interés cada congresista podrá y deberá consultar a sus electores, identificados en el espacio geográfico de su distrito electoral. Así, se gana muchísimo en representatividad, porque los electores saben quién los representa en todos los casos y sin duda alguna.

4) Se facilita la convocatoria a nuevas elecciones en un distrito electoral solo si se plantea una revocatoria. También está la opción a futuro de renovación parcial o progresiva del Congreso. El control ciudadano tendrá realmente poder y su ejercicio será factible.

5) Se simplifican enormemente tanto la cédula de votación como el conteo de votos, su verificación y control. En el sistema actual, todo es más difícil y complicado por el voto preferencial.

6) Se reduce fuertemente la necesidad de un festival de publicidad masiva, mediáticamente agresiva y demandante de alto financiamiento entre los candidatos que luchan entre sí (incluso dentro de un mismo partido), focalizándola en el área geográfica que define cada distrito electoral uninominal.

Hagamos un ejercicio con las cifras del último proceso electoral. La participación alcanzó 18.34 millones de electores (80.09%) para un total de 22.90 millones de electores hábiles. Cada curul debe representar uno y solo un distrito electoral uninominal. Así, tenemos 130 escaños que representarán 176,168 electores hábiles para cada uno. Los distritos electorales uninominales no necesariamente tendrán relación con los 1,874 distritos en los que está dividido nuestro país. Tampoco con las 196 provincias, aunque esta última cifra se acerca a las 130 curules. Los distritos electorales uninominales deben definirse uniendo diversos espacios geográficos contiguos hasta alcanzar la cifra aproximada de 176,168 electores. Sobre el terreno, esta última cifra será referencial; y por las evidentes y lógicas restricciones de la realidad geográfica, será el nivel demográfico aproximado de representatividad.

Aplicando todo esto a Lima, tenemos que las provincias de Cañete (163,819) y Huaura (160.525) se acercan a la cifra uninominal, por lo tanto les correspondería una curul a cada una. En la zona metropolitana, muchos distritos por sí mismos alcanzan o se acercan a la mencionada cifra y, por lo tanto, les corresponde una curul: Carabayllo (177,305), Santa Anita (176,521), Rímac (166,750), Independencia (164,985), El Agustino (152,723) y La Molina (151,834). Grupos de dos distritos contiguos también tendrían una curul: San Borja (122,564) con San Luis (58,419), Lurigancho (Chosica 120,404) con Chaclacayo (38,806), Miraflores (130,496) con Barranco (45,134), Pueblo Libre (95,968) con Magdalena (65,145), Surquillo (92,750) con San Isidro (75,482).

San Juan de Lurigancho (696,861) debe dividirse en cuatro distritos electorales, mientras el territorio conjunto de Chorrillos (233,037) y San Juan de Miraflores (310,824) debe dividirse en tres distritos electorales, lo mismo que los de Villa El Salvador (299,818) y Villa María del Triunfo (304,294). Por su parte, el conjunto de Ventanilla (198,624), Mi Perú (21,479), Puente Piedra (200,679), Ancón (30,876) y Santa Rosa (12,791) debe dividirse en 3 distritos electorales; mientras que el Callao-Centro (350,890) en dos distritos electorales y el resto de distritos chalacos en conjunto —Bellavista (69,743), La Perla (55,423), Carmen de la Legua (40,730), La Punta (7.039)— consolidarán un distrito electoral.

Breña (102,192), Jesús María (109,418), San Miguel (132,397) y Lima-Centro (307,627) se dividirán en cuatro distritos electorales, mientras el territorio conjunto de Comas (399,966) y Los Olivos (279,358) se divide en cuatro. También Ate (401,652) y Santiago de Surco (304,083) acogerán en conjunto cuatro distritos electorales. En el sur, Pachacamac (59,504), Lurín (53,869), Cieneguilla (18,381), Pucusana (9,080), Punta Negra (5,533), Punta Hermosa (5,605), San Bartolo (5,452) y Santa María (1,405) representarán una curul.

En forma relativamente sencilla, hemos identificado cuarenta escaños que le corresponderían a Lima Metropolitana. Con mayor precisión puede hacerse una reasignación “más fina” de barrios de uno a otro distrito electoral para equilibrar la cifra uninominal. La versatilidad del manejo de información en la ONPE y la RENIEC lo hace fácilmente aplicable.

Para zonas con menor densidad poblacional puede haber problemas en definir la representación demográfica-territorial, pero nada que no pueda manejarse. Tal vez se requiera crear tres o cuatro curules más para una asignación más justa. Tomemos el caso del departamento de Lambayeque (889,355). Debe ser dividido en cinco distritos electorales: tres para la provincia de Chiclayo (613,877) y dos para el conjunto territorial de las provincias de Lambayeque (202,957) y Ferreñafe (72,521). Algunos distritos de Chiclayo deberán pasar al bloque Lambayeque - Ferreñafe, siguiendo en lo posible el criterio de continuidad territorial para acercarse más y más al equilibrio uninominal.

La ilegitimidad de la representatividad congresal es un problema que erosiona la precaria institucionalidad de nuestro sistema político. Debemos enfrentarla con firmeza y decisión. El sistema de voto preferencial lo perenniza, además de propiciar la corrupción y el debilitamiento de liderazgos por el “quién da más” para “un mejor lugar” en las listas electorales. Por otro lado, volver a las listas cerradas de la primera parte del siglo XX sería mucho peor. El distrito electoral uninominal, en el contexto actual, tiene la gran virtud de dar soporte a una nueva y legítima representatividad, además de facilitar el contacto del elegido con sus electores y de simplificar los procesos. De lejos, la mejor opción.

Darío Enríquez

Darío Enríquez
17 de mayo del 2017

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