El detalle venezolano

La reciente noticia que decenas de venezolanos ingresan diariamente a nuestro país y que ya habría más de 50,000 migrantes llaneros —que han huido del Gobierno de Nicolás Maduro— entre nosotros es un detalle difícil de soslayar, porque de alguna u otra manera jugarán un rol importante en las próximas elecciones nacionales. ¿Por qué? Con la posición tomada por el Gobierno pepekausa, de que la mayoría parlamentaria y el Ejecutivo vayan por la misma vereda, el Perú ha asumido el liderazgo latinoamericano de rechazo al régimen de Maduro y ha dado grandes beneficios para los migrantes venezolanos, convirtiéndose en una de las colonias más importantes en nuestro país. Se entiende, entonces, que una mayoría de migrantes venezolanos se activarán de manera política para evitar que el Perú gire a la izquierda eligiendo a un candidato prochavista. Y ello no es poca cosa.

Con el asesinato del ex policía “rebelde” Oscar Pérez, el gobierno de Maduro ha logrado lo que ni Hugo Chávez pudo: el repudio casi universal. La imagen del madurismo está tan dañada que incluso hay sectores en el mismo chavismo que ahora se han convertido en sus fervientes opositores. Buena prensa no tiene. Está de más decir que el venezolano que ha dejado su oficio, su familia y a su país para vender arepas en las calles peruanas es absolutamente contrario al Gobierno de Maduro, y seria casi un absurdo sostener también que no movería un dado para evitar que el país al que llegó en condición de vendedor ambulante transite por las vías del madurismo en el 2021.

Décadas atrás el halo romántico de la revolución cubana logró cautivar a importantes grupos, sobre todo a los jóvenes, en varios países, convirtiéndolos en activos defensores y promotores del castrismo, una corriente que llegó para refrescar de la resaca en la que estaban sumidos los cansados defensores del estalinismo. Se le atribuye al general Mola (otros dicen que al general Varela), durante la guerra civil española, acuñar el término “quinta columna” para los simpatizantes del golpe de Franco, que se organizaban dentro de Madrid contra el legítimo gobierno republicano. De alguna u otra manera, la quinta cuadrilla del socialismo que funciona en el país ha sido golpeada o reducida por la corrupción lulista, la desgastada imagen del castrismo y la reacción autoritaria de Maduro, a quien se acusa de alejarse del chavismo. Y hasta hay quienes se atreven a decir que con “Hugo esto no habría sucedido”, en relación a las largas colas y protestas masivas.

Esta internacionalización contra el gobierno de Maduro apenas se logra ver hoy. No obstante, algunos dirán que en otras recientes elecciones presidenciales —como en Chile o Ecuador— el activismo venezolano no ha dejado huella, y que podría suceder lo mismo en nuestro país. Quizá olvidan algo: el Perú es un país de paradojas, porque aquí hay un sector de la clase política, incluso de vertientes autoritarias como el fujimorismo, que ha asumido con toda energía la defensa de la migración venezolana. Pero además se olvidan que hay un Perú emergente y de mercados populares, que tiene recelo de lo que sucede en Venezuela y tiene tatuada todavía la imagen de las largas colas en los ochentas. Ojo con el detalle venezolano.