El demonio sobre mí: parálisis del sueño

Explicación científica de una experiencia aterradora

En estos momentos, en todo el mundo miles de personas están experimentando el mismo fenómeno. Todas están sintiendo una presión en el pecho, una fuerza que les está aplastando las arterias carótidas y la tráquea, mientras que los malignos rugen y se ríen demoniacamente. Su habitación se ha sumido en la tinieblas, así que ateos y creyentes sumidos en el terror comienzan a rezar al Dios más cercano. Todos están siendo atacados por un demonio que con certeza los estrangulará hasta la muerte.

La primera vez que me ocurrió esto tenía catorce años y dormía rodeada de mis muñecas. Estaba convencidísima, luego de años de esa culpa católica inculcada desde la cuna, que esta era una amenaza de más abajo por resistirme a la confirmación. En dos años no se lo conté a nadie, mientras que el fenómeno seguía ocurriendo cada cierto eclipse de luna. Cada buenas noches que daba era una oportunidad para que Morfeo me torturara por unos cuantos minutos. Había aprendido a ser paciente y esperar que termine.

Un buen día la fantasía fue vencida por el pragmatismo, y así vi por primera vez el cuadro La pesadilla" del artista Henry Fuseli. Por vez primera vi plasmada mi pesadilla. Una mujer en un camisón blanco, que se encuentra postrada sobre una cama con los ojos cerrados e incapaz de flexionar un músculo, es la indefensa presa del demonio que se posa sobre su tórax. El demonio ha sido descubierto por el artista, que mira por un huequecillo de la puerta. Lo que está ocurriendo no es nada más que un problema con la fase REM del sueño.

Durante la fase del sueño profundo los músculos se paralizan para evitar que actuemos nuestros sueños. Únicamente los músculos responsables del movimiento de los ojos y la respiración siguen activos. Durante esta fase, además, nuestra respiración es involuntaria y más superficial. Sabiendo la ciencia detrás de esto, la fantasía es destrozada. Si el durmiente despierta durante fase REM vivirá la pesadilla. Intentará respirar voluntariamente, pero sus músculos no responderán; consiguientemente, pensará que existe algo previniendo su normal respiración e intentará buscar una explicación: un intruso en la habitación. Quizás un demonio sin nombre, aunque en Asia sí lo tiene y es llamado Kanashibari, que viene a atarte con una cuerda de metal; en el Caribe el intruso es Kokma. Desmitifiquemos esto y llamémoslo como lo que es: parálisis del sueño.

Hace unos meses estuve en la exhibición del Wellcome Collection, donde fui a visitar la exposición "Estados de la mente: delineando los bordes de la conciencia". En la sala de la muestra —mientras caminas entre gritos de una mujer que ha despertado en medio de su operación, el proceso de anestesia y fotos de asesinos con ninguna recolección de sus crímenes cometidos en sueños— encontramos a un hombre engalanado en prendas de lana negras durmiendo plácidamente. El sonámbulo tallado en madera es Cesare, el asesino inconsciente del film alemán El gabinete del doctor Caligari. Arte, neurociencia, psicología y filosofía convergen en un ambiente no más grande que una casa promedio limeña. Sueño con poder llevar algo así a Perú.

Por algún motivo, hacía ya seis meses que no sufría de parálisis del sueño, hasta que volví a esa exposición. Esa misma noche volvió la pesadez sobre el pecho, volví a sumirme en un terror ahora ya añejo. Un terror macerado por la ciencia, por la explicación de lo que ocurre en el sueño REM y el mecanismo de acción de los receptores de los neurotransmisores que causan la parálisis durante esta fase. Hace ya mucho que tan solo respiro pensando en lo factual y dejando la fantasía para los libros.

Rocío Valverde