Fernando Vigil

El ceviche en el socialismo

El ceviche en el socialismo
Fernando Vigil
29 de abril del 2016

A propósito del debate entre Alfredo Bullard y Farid Kahhat

Imagine que usted decide abrir una cevichería. Ha hecho un estudio del mercado incipiente, como el de la mayoría de emprendedores, y su sentido común –bajo la consigna “todos los días se come ceviche en el Perú”– le asegura que su negocio no fracasará. Para elaborar el ceviche debe hacer varios gastos, para la compra de los ingredientes y otros costos adicionales. La forma más eficiente de saber si la gente quiere su ceviche es ponerlo a la venta. Si la gente lo compra, el mercado le envía un mensaje: el ceviche que usted prepara vale más que la suma de sus ingredientes y costos adicionales. Es decir, vender ese ceviche es útil como actividad económica, pues la diferencia entre el precio final y los costos hace que valga la pena prepararlo. Ergo, resulta un negocio rentable.

Esto ocurre porque existe propiedad privada y comercio libre, los que permiten crear oportunidades de ganancias, que se producen porque existe una “descoordinación” en el mercado, pues hay algo que los consumidores desean y no obtienen. En virtud de esta descoordinación, usted como empresario ofrecerá ceviche de diversas variedades, y les pondrá un precio que le permita obtener ganancias. Los precios que usted coloque actuarán como señales que orientarán a otros empresarios, que también venden ceviche, a competir para obtener las ganancias que usted ostenta; por ejemplo bajando los precios o dándoles un valor agregado. Esto no solo los beneficia a ellos, sino a todos los consumidores.

El uso racional de los recursos y el capital es lo que en la Escuela Austríaca se denomina cálculo económico. Es decir, la información necesaria a través del sistema de precios y generada por la propiedad privada, que permite transportar las preferencias de los consumidores a los productores. Ahora imagine que el gobierno central quisiera planificar la actividad económica de su cevichería. Darle los recursos y el capital para preparar el ceviche, decirle cuanto preparar y a qué precio vender. Este accionar quizás no sería imposible, porque el volumen de la información es reducido y no se encuentra disperso; sin embargo, se reduce el incentivo que usted tiene para seguir con el negocio.

Si el gobierno central quiere planificar la actividad económica de todas las cevicherías en el Perú, la situación se torna más compleja e inviable, pues la información de ese mercado ya es más amplia y se encuentra dispersa entre todos los individuos —algunos incluso no dispuestos a compartirla—, y existe información que aún no ha sido creada. Además lo incentivos para permanecer en el negocio del ceviche se reducen cada vez más. Cuando esto que ocurre en las cevicherías se traslada a todo el sector industrial de un país, se ocasiona un desastre que destruye todo el aparato productivo, lo que genera escasez y pobreza.

Esto es lo que suele pasar en un sistema socialista, pues al estar los medios de producción en manos del Estado, se eliminan la propiedad privada y el comercio libre, por ende desaparece todo incentivo para producir y vender. Si no existen productos para vender no existe oferta; ergo, no existe intercambio en el mercado. Si no hay intercambio no se crean precios; y si no hay precios, no existe la información que permita conocer los intereses y necesidades de los consumidores. Esto fue lo que ocurrió en la ex URSS y en el Perú de los años ochenta, y lo que viene ocurriendo en Cuba y Venezuela.

Se trata de un sistema totalmente inviable, pues la evidencia empírica demuestra que una mayor intervención del Estado no tienden a mejorar la situación de los ciudadanos, tal y como sostuviera Ludwig von Mises su famoso artículo “El cálculo económico en la comunidad socialista” (1920), en el que critica coherentemente al socialismo, y que años después su discípulo, el nobel Friedrich von Hayek desarrollara magistralmente en sus libros Camino de servidumbre y La fatal arrogancia, al sostener que el socialismo es un error intelectual, imposible teórica y prácticamente.

 

Fernando Vigil

@fernandovigilr

 
Fernando Vigil
29 de abril del 2016

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