Mario Saldaña

El centro, fintas y mentiras

El centro, fintas y mentiras
Mario Saldaña
29 de octubre del 2015

La tendencia de los candidatos a mostrar el “perfil izquierdo”

Hasta hoy en el Perú, electoralmente hablando, no es una buena noticia para algún candidato (a) estar en los extremos ideológicos/políticos de la percepción ciudadana. “Ni muy muy, ni tan tan”; “un poco de aquí con esto otro de allá”, parecieran ser los axiomas que nos gobiernan. Dicho sea de paso, algo consistente con nuestros hábitos culinarios.

Así, el centro político es la tierra prometida, el espacio anhelado de cualquier aspirante. Por eso es que las alternativas claramente conservadoras, liberales, de derechas o izquierdas, buscan ese click, ese reconocimiento final del votante. Y también, desde luego, para ir diluyendo el anti que, como ocurrió el 2011, fue determinante.

Dos comentarios. Los amagos, las fintas, las declaraciones disruptivas para demostrar el “hey, miren, he cambiado”, no pueden ser excesivamente bruscas en relación al posicionamiento básico que define o identifica a un candidato.

Yo podría aceptar o entender que Keiko Fujimori, por un tema generacional o lo que fuere, acepte, defienda o promueva la Unión Civil; también podría “comprar” que, como sucedió con su padre, no sea extrema ferviente del rol subsidiario del Estado en la economía (por ejemplo, en el gobierno fujimorista no se privatizó ni concesionó Sedapal pudiéndose haber generado un mejor servicio para millones de personas). Pero si, por lograr algunos votos rojos o caviares, Keiko termina ya no solo destacando el rol de la CVR sino, por ejemplo, anunciando un plan de indultos o conmutaciones para presos de terrorismo en el afán de la “reconciliación nacional”,  podría afectar directamente su línea de flotación política y restarle mucho respaldo (ojo que su padre lo hizo a través de la comisión que integraron el sacerdote Hubert Lansiers y el ex Defensor del Pueblo, Jorge Santistevan de Noriega).

Sería algo así como que PPK ofreciera la refundación de Aeroperú. O García pidiera disculpas a las familias de las  víctimas del Frontón. O Verónica Mendoza se comprometiera ante el sector minero a ejecutar el paquete de inversiones por 62 mil millones de dólares. O Von Hesse asegurara que no desmayará hasta que Nadine Heredia se ponga a derecho en las investigaciones por lavado de activos y se someta a las pericias grafológicas por lo de sus agendas. En todos estos casos, el elector, con lógica, debería presumir que le están tomando el pelo.

El segundo comentario es a propósito de las recientes críticas de Keiko hacia las empresas, precisando que ella no las representa, lo cual ha originado que tanto Ollanta como Nadine le contesten que ellos gobiernan para “los de abajo” y bla, bla, bla. Más allá de la finta y el amago en uno u otro caso, lo preocupante es esta asimilación del concepto de empresa como algo perverso para el “ciudadano de a pie” (como se auto-define la Primera Dama); el típico y viejo recurso del rico versus el pobre.

Los tres personajes aludidos deben saber que el peruano lleva en su ADN el emprendedurismo, y que este valor (el crear empresas y sacarlas adelante) ha permitido que millones de compatriotas hagan frente a las malas políticas de varios gobiernos y salgan de la pobreza. Los empresarios de todos los tamaños y los emprendedores deberían ser los primeros en no permitir que se siga devaluando interesada y políticamente el concepto de empresa en el país.

Por: Mario Saldaña C (@msaldanac)

Mario Saldaña
29 de octubre del 2015

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