El Callao: violencia y literatura

Dos libros que narran historias sobre la delincuencia en el puerto chalaco

Un tema siempre presente en los debates políticos es el de la delincuencia y la inseguridad ciudadana. Es un problema que desde hace algún tiempo está en la mente de los peruanos, pues a diferencia de la violencia terrorista de décadas pasadas, no se focaliza en ciertas zonas sino que nos afecta a todos por igual: ricos y pobres, limeños y provincianos, criollos y andinos, etc. Por eso, no es de extrañar que cada vez aparezca con más frecuencia en la literatura, y que ya se estén configurando ciertas constantes alrededor del tema; la principal de ellas, considerar el centro de la violencia delincuencial al puerto del Callao. Al menos así lo hacen dos libros de narrativa recién publicados: Loreto de Fernando Ampuero y Las siete bestias de Christ Gutiérrez-Rodríguez.

Loreto

Como sabemos, por los noticieros, existe en el Callao una larga y sangrienta guerra entre la pandilla de la calle Castilla y la del jirón Loreto, ambas en los alrededores del temible barrio de los “barracones”. A partir de esta rivalidad, el periodista y escritor Fernando Ampuero (Lima, 1949) desarrolla en esta novela corta la historia de Silverio, un adolescente que vive en el jirón Loreto y que descubre casi de casualidad su habilidad con las armas de fuego. Pronto es reclutado por Chito, el jefe de la pandilla de su calle, quien lo utiliza para matar a sus rivales. Así, Silverio se convierte en una “celebridad”, uno de los asesinos más temidos del Callao.

Este ascenso en el mundo del hampa es narrado por Ampuero de una manera lineal y tradicional; un relato casi épico en el que no falta ni la historia de amores prohibidos, entre Silverio y la novia de un corrupto administrador municipal. Sin embargo hay algunos problemas en la novela, como el contraste entre el lenguaje pulcro y casi libresco del narrador y el habla delincuencial de los personajes.

Las siete bestias

Christ Gutiérrez-Rodríguez (Callao, 1982) debuta literariamente con el libro Las siete bestias, en el que explora los extremos de la violencia urbana. Tres de los cinco cuentos que componen este libro están ambientados en el Callao, también en el temible mundo de delincuentes y pandilleros del puerto. En “A las siete en la acequia, Francesca”, se relata toda la historia detrás de una pelea “escolar” entre dos jóvenes compañeras de aula y a la vez enemigas. En “Epilepto” se trata de la mítica competencia entre los dos mayores bebedores de bares “de mala muerte” chalacos. En ambos casos los enfrentamientos cobran dimensiones épicas; pero, en contraste con el relato de Ampuero, en estos cuentos se va más allá de lo verosímil, pasando a los terrenos de lo real maravilloso.

No obstante, la mayor diferencia entre estos dos libros está en el lenguaje. Gutiérrez-Rodríguez deja que sean los personajes, con su propia manera de hablar, quienes nos cuenten sus historias y las de todo su entorno. Pero no trata de reproducir “fotográficamente” el lenguaje lumpenesco, sino de recrearlo literariamente, apelando a todos los recursos retóricos existentes: metáforas, juegos de palabras, imágenes, etc. El resultado es un discurso caudaloso, que apuesta por todo tipo de excesos, pero que a la vez resulta uno de los mayores logros del libro.

Por Javier Ágreda

(19 Set 2014)