Neptalí Carpio

El Big Data y la ciudad abierta

Transparencia, apertura de datos públicos y mecanismos de participación

El Big Data y la ciudad abierta
Neptalí Carpio
16 de marzo del 2018

 

En una época en la que se habla mucho de construcción de ciudades abiertas e inteligentes, Lima se muestra como una de las más atrasadas en la promoción de la transparencia y el acceso a la información de sus ciudadanos en temas gestión pública, utilizando las modernas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Un hecho que confirma esta situación es que la gestión del alcalde Luis Castañeda Lossio, por iniciativa ciudadana validada por el JNE, ha sido obligada a responder nada menos que 141 preguntas sobre temas cruciales de su gestión. Una situación que difícilmente ocurre en otras ciudades.

Es este un comportamiento propio de una ciudad cerrada y que fomenta una sociedad de la desinformación y de ciudadanos pasivos, donde la autoridad quiere gobernar con total discreción, sin consultar a nadie, y menos aún tomando en cuenta la opinión técnica de sus profesionales más destacados. A diferencia de ciudades catalogadas como inteligentes —como Seúl, Singapur, Tokio, Hong Kong, Auckland, Sídney, Melbourne, Osaka, Kobe y Perth—, que vienen destacando a nivel mundial, Lima muestra un lamentable atraso, pese a que la gran mayoría de sus ciudadanos utilizan Internet y los modernos teléfonos móviles.

Las ciudades anteriormente mencionadas destacan en aspectos como la gobernanza digital y cuentan con bancos de datos abiertos para su público. Son urbes en las que los gobiernos metropolitanos han innovado y usan herramientas digitales de apoyo a la participación ciudadana, además de las transacciones digitales y la información en tiempo real sobre el tránsito, trabajos y en otros ámbitos.

Según estudios del INEI, casi el 70% de la población de Lima Metropolitana usa Internet, mientras nueve de cada diez usuarios de celulares utilizan las redes sociales. Cabe entonces preguntarse, ¿cómo superar este atraso y convertir a Lima en una ciudad abierta, a sabiendas de que una gran mayoría de ciudadanos están interconectados? El Big Data es una herramienta que ya está transformando diversas ciudades del planeta. Este es un término que describe el gran volumen de datos, tanto estructurados como no estructurados, que inundan los negocios y las entidades del Estado cada día, aunque la cantidad de datos no es lo más importante. Lo que importa con el Big Data es qué hacen las organizaciones con los datos a su disposición.

El Big Data se puede utilizar para obtener ideas que conduzcan a mejores decisiones estatales y movimientos de negocios estratégicos. Lo que hace que el Big Data sea tan útil para muchas entidades del Estado y empresas es el hecho de que proporciona respuestas a muchas preguntas que estas entidades ni siquiera saben que pueden hacer. En otras palabras, proporciona un punto de referencia. Con una cantidad tan grande de información, los datos pueden ser moldeados o probados de cualquier manera, según lo considere una entidad estatal o una empresa privada. Al hacerlo, las organizaciones son capaces de identificar los problemas de una forma más comprensible.

Si una ciudad llega a utilizar el Big Data habrá dado un paso firme para convertirse en una “ciudad inteligente”. Hay diversos enfoques y definiciones, todos en permanente evolución. Uno de ellos se circunscribe a las acciones de las autoridades, líderes de organizaciones e instituciones de una ciudad, que se encuentran concentrados en incrementar la eficiencia, articulación y suficiencia de los distintos sistemas urbanos a través del uso intensivo de las TIC. La Ciudad Autosuficiente cómo las TIC y la gestión urbana integrada son elementos claves para convertir a las ciudades en espacios sostenibles. En este caso es posible rescatar hasta siete redes tradicionales de organización de los flujos urbanos: abastecimiento de agua, tratamiento de aguas servidas y de residuos sólidos, energía, catastro, transporte de mercancías y personas. A estos se añade la “información”, considerada como el flujo con el que se pueden entrelazar y optimizar estas siete redes.

¿Cuánto podría cambiar Lima Metropolitana si, además de tener un catastro total de todos sus distritos (con permanente mantenimiento y actualización), utiliza las tecnologías de información y el sistema BIG Data para el planeamiento de la ciudad y mejorar la recaudación tributaria? Sería un cambio trascendental. En ese caso sí podría utilizar la plusvalía urbana como eje de su desarrollo. Y no como hoy, que tiene que hipotecar su presupuesto —a través de los sistemas de cobranza del peaje— para pagar a los concesionarios que hacen las obras, y con altos niveles de corrupción. Es decir, una manera fácil, poco técnica, a merced del manejo arbitrario y con altos niveles de corrupción.

En Europa, ciudades como Madrid han respondido con éxito a la interrogante sobre cómo crear una ciudad abierta para promover la participación directa de los ciudadanos en las decisiones del gobierno de la ciudad. La propia ciudad de Quito, en Ecuador, cuenta con dos ordenanzas que implementan una política pública de gobierno abierto, basada en los principios de transparencia, apertura de datos públicos, disponibilidad de información y mecanismos de participación, colaboración ciudadana, rendición de cuentas y control socia. El objetivo es incidir en la construcción y evaluación de las políticas públicas, actividades y servicios públicos. En contraste, la Municipalidad Metropolitana de Lima, las municipalidades distritales, y las propias entidades del Ejecutivo del Perú, que residen en Lima, no exhiben siquiera estos logros normativos.

 

Neptalí Carpio
16 de marzo del 2018

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