El arte de la política y el rol de la economía

Pactos políticos para retomar el crecimiento económico

“Todos somos generales después de la batalla” reza el dicho, y es por ello que en estas líneas quisiera invitarlos a hacer una reflexión sobre el rol que nos toca a nuestras generaciones —todos los que hoy nos encontramos en capacidad de elegir a nuestras autoridades— para tomar decisiones en nuestro trabajo y ser partícipes para la construcción de un futuro para nuestros hijos.

Es evidente que la economía se encuentra estancada debido a factores como la corrupción y los fenómenos naturales. Pero también como resultado del lento avance en el gasto público, que hoy —en promedio— solo muestra, a nivel de gobiernos regionales y locales, una ejecución del 35% del presupuesto asignado.

Hacer que la economía de un país camine de manera ordenada y eficiente, y que la producción agregada crezca de manera sostenida, requiere un plan con lineamientos claros pero flexibles, para adecuarse a los cambios del entorno nacional e internacional. Además exige, en este caso, contar con una estrategia y una meta que sea de conocimiento de todos los actores del Ejecutivo (ministros y viceministros) y de los presidentes y autoridades de los gobiernos regionales y locales.

Se requiere, para ello, de un líder en el Ejecutivo que tenga la capacidad de articular y lograr consensos, y que haga primar el interés del país y de sus ciudadanos, antes que los puros cálculos políticos o la pugna de poderes. Se requiere que este líder sea un “gran componedor”, que se desprenda de sus “prejuicios ideológicos” y que esté dispuesto a conversar y a tomar en cuenta las opiniones de los representantes de los gremios privados y de las centrales sindicales. Todo ello supone que esté dispuesto a escuchar y a no imponer las ideas.

Hoy más que nunca “dialogar no es pactar”, frase célebre del ex senador de la República Ramiro Prialé Prialé, resulta no solo oportuna, sino sobre todo esperanzadora. El pueblo, en un acto democrático, eligió en el Ejecutivo al partido Peruanos por el Kambio (PPK) y en el Congreso le dio mayoría al Partido Fuerza Popular.

Al margen de las diferencias entre estos partidos, lo cierto es que se podría afirmar, sin ser muy simplista, que existe un consenso mínimo entre ambas fuerzas políticas, que incluye la defensa de la economía de libre mercado con justicia social, la defensa del equilibrio macroeconómico como base de un crecimiento económico sostenido, la promoción de un Estado eficiente, el desarrollo de un marco jurídico transparente que permita la inversión privada responsable socialmente, y la articulación de un marco de protección social en un entorno laboral mucho más flexible, pero inclusivo.

El pueblo es inteligente, y está observando —y además viviendo en carne propia— los resultados de un modelo económico en el que la búsqueda debe ser girar el foco de la atención para resolverle la vida al ciudadano de a pie, a cada uno de nosotros. En lugar de seguir estancados, sin inversión, sin empleo y sin mecanismos de movilidad social.

No esperemos al 2021 para arrepentirnos de lo que dejamos de hacer, porque la población no dudará en entregar sus votos a aquel que tal vez sea el más radical con la probable ruptura de un “modelo económico” que —en el discurso político— “no le funcionó al peruano de pie”. Lo cierto es que los actores políticos, hoy más que nunca, son responsables de que este modelo se perfeccione, para que sea realmente inclusivo y ofrezca igualdad de oportunidades para todos.

Es el momento oportuno para tomarnos el país realmente en serio y para que nuestros líderes políticos se engrandezcan haciendo política. Pero la política de antaño, la de la visión a largo plazo, basada en la tolerancia y en la construcción de consensos que le den viabilidad y sostenibilidad a nuestro país.

Giovanna Prialé Reyes