Iván Arenas

El APRA después de las elecciones

El APRA después de las elecciones
Iván Arenas
11 de abril del 2016

Necesita una renovación profunda de sus líderes y estructura partidaria

Según todas las encuestadoras, la Alianza Popular (APRA y PPC) ha obtenido entre 5% y 6% de la votación en las recientes elecciones. La honestidad por delante: es el peor resultado electoral desde el retorno de Alan García en el 2001. No obstante, visto desde algún punto de la historia no es la primera vez que el aprismo enfrenta semejante escenario.

Al margen de este malísimo resultado electoral, podemos decir que bajo ningún modo es el fin de APRA o del PPC, ni mucho menos de Alan García, como lo pretenden algunos, por una sencilla razón: el APRA y el PPC no solo son dos partidos políticos con un largo historial, sino que representan cada uno a un conjunto de ideas, expresadas en la socialdemocracia y el socialcristianismo. Contrario al fallido vaticinio del fin de las ideologías, la izquierda, la derecha o la socialdemocracia se han mantenido en el mundo y todavía lo harán. Ni Peruanos Por el Kambio (PPK), Alianza Para el Progreso (APP) o Perú Posible, están diseñados para sobrevivir a los avatares y golpes de la política peruana, y tarde o temprano se extinguirán.

Varias han podido ser las causas de la debacle electoral de la Alianza Popular —del APRA y el PPC—, las que serán motivo para otros análisis; pero si hay que adelantar algo sería que ambos partidos necesitan una renovación profunda de sus liderazgos, de las estructuras partidarias y de la rigidez de los modos de hacer política. Ahora deben mirar a la regiones no solo como una extensión de Lima, sino como espacios con demandas y necesidades propias, a veces distantes de los objetivos de los partidos limeños. De allí también que el APRA debe encontrarse con el nuevo votante fugaz, un votante que no tiene lealtad sino con sus propios problemas inmediatos. Los empresarios medianos y pequeños, la inmensa juventud, los sectores populares o las minorías deben ser integrados a través de propuestas que conmuevan, aglutinen y seduzcan.

Es cierto también que estas elecciones han sido casi una guerra y que casi todos los reflectores se dirigían a García y la Alianza Popular. Por ejemplo, nunca —luego de tres elecciones en democracia— los medios de comunicación, periodistas, analistas y opinólogos hicieron tamaña propaganda y campaña contra García. Pero aquello, al final del día, no es ninguna excusa.

Quizá la derrota sirva también para que el APRA redefina su lugar programático e ideológico en la política peruana. Hemos visto cómo Alfredo Barnechea, con un discurso cercano al centro y la socialdemocracia, de alguna manera ha redefinido la razón de ser de Acción Popular, y hoy el partido de la lampa tiene programa y discurso. El fujimorismo, de otro lado, representa a la nueva derecha popular; y la izquierda emerge, a pesar de sus debilidades de organización, como lo más cercano a un partido. Quizá también veamos ahora el nacimiento de un nuevo sistema de partidos en el Perú.

La derrota de la Alianza Popular puede estar llena de enseñanzas. Churchill, que algo sabía de política, repetía que no hay mayor lección para un político que la derrota. Ha llegado el momento de un giro copernicano, y estoy seguro de que el APRA y el PPC seguirán adelante.

 

Iván Arenas

 
Iván Arenas
11 de abril del 2016

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