Rocío Valverde

Educación sexual y SIDA

La negativa participación de la Iglesia y el Estado en la lucha contra el SIDA

Educación sexual y SIDA
Rocío Valverde
26 de junio del 2018

 

Este fin de semana he estado revisando la historia del grupo Act-up. Ellos congregaron la rabia de un gran colectivo que no podía seguir en silencio frente a la una epidemia que arrasaba con la vida de jóvenes que no habían soplado aún las cuarenta velas. Con una serie de demostraciones de desobediencia y protestas contra la FDA, el Gobierno americano, las grandes farmacéuticas y los mojigatos con poder, lograron cosas inimaginables para una generación en peligro de extinción.

En aquella época de desesperación, los pacientes tenían que hacer sus propias investigaciones bibliográficas, enterarse bien del mecanismo de transmisión del virus, buscar información sobre los ensayos clínicos que se estaban desarrollando en el mundo y entender al milímetro el lentísimo proceso de aprobación de nuevas drogas. Empapados de información le hicieron frente a la FDA y refutaron los ensayos “doble ciego” controlado por placebo, pues era poco ético darle una pastillita de azúcar a un paciente con una enfermedad mortal. También notaron que los ensayos se habían centrado en la población masculina blanca, como si la enfermedad no se diera en personas negras y mujeres.

En una época en la que mostrar síntomas de la enfermedad era ser considerado como drogadicto, homosexual o trabajador sexual, había que primero hacer frente a la ignorancia y los conceptos erróneos que se tenían sobre el SIDA. Increíblemente en los inicios de la epidemia la revista Cosmopolitan publicó un artículo en el que se decía que las mujeres no podían contraer SIDA al tener sexo vaginal con un hombre. El grupo luchó también contra el discurso de la Iglesia, liderada por el cardenal O’Connor, que se oponía al uso del condón y a la inclusión del sexo seguro en el currículo de educación sexual. La Iglesia apoyaba a los enfermos de SIDA, pero solamente con cuidados paliativos y cuando estaban cerca de su último aliento.

Por último, Act-up no esquivó la tarea de trabajar con drogadictos, y puso en marcha un grupo de voluntarios encargados de repartir jeringuillas nuevas y educar a los usuarios a no compartirlas. En sí, Act-up salió al ruedo mortal armado de mucha educación, y le hizo un gran reality check al mundo. No puedes esperar que las personas no tengan relaciones sexuales ni que los drogadictos abandonen el hábito de la noche a la mañana. Actúa ahora.

Si piensan que luego de haber vivido una gran crisis en los ochenta y noventa como colectivo hemos aprendido algo, lamento traerlos a la realidad. En un país el contagio del SIDA se ha disparado en los últimos 15 años. Este país está vibrando por la pasión del mundial, tiene una Iglesia con bastante influencia en la política del país y leyes con un tinte anti-LGTBQ. No es Perú, pero podría serlo si quieres seguir pensando que por genitales tus hijos tienen signos de interrogación.

Ese país donde se infectan entre 80 y 100 mujeres al día no es otro que Rusia. El cóctel de falta de educación sexual y un Estado que se cree tu padre ha hecho que el número de infectados se dispare hasta bordear los dos millones. Teniendo en cuenta que Rusia adoptó una “ley contra la propaganda homosexual”, me parece que la estimación se queda corta. Recapaciten, o seguramente perderán otra generación.

 

Rocío Valverde
26 de junio del 2018

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