Eduardo Zapata

Educación: ¿sabemos a quién estamos enseñando?

Educación: ¿sabemos a quién estamos enseñando?
Eduardo Zapata
17 de septiembre del 2015

Sobre las tecnologías de la información y el “formateo” del cerebro

Dramática confirmación. Una alumna de un Doctorado donde dicto –especialista ella-, me dice que trabaja en uno de los colegios más importantes y reputados de Lima. Y que hacia las diez de la mañana una enfermera suministra a determinados alumnos –religiosamente— fármacos.

Ya lo había yo percibido como profesor universitario. Parecía que se había desatado una suerte de pandemia que hacía surgir alumnos hiperactivos con el llamado déficit de atención. Y los preocupados padres acudían a los “especialistas”, quienes no dudaban en “pepear” estudiantes para que en estado de sumisión pudiesen “atender” (¿) las clases de los profesores.

Debo decir –en base a mi experiencia como viejo profesor universitario- que más bien sospecho de la salud mental de los chicos que permanecen hoy con brazos cruzados y sin movimiento ante la clase del profesor. No me parecen anormales –más bien- aquellos que se mueven en aula mientras –obvio- siguen estando “en clase”.

No soy especialista ni en medicina ni en psicología clínica. Y entiendo que muchos casos de hiperactividad tienen raíces orgánicas. Pero…¿una pandemia?  

La mía sí es una especialidad que me permite estudiar la  influencia de las nuevas tecnologías electronales sobre la plasticidad del cerebro humano. Cómo ellas activan zonas y conexiones hasta ayer inactivas. Y cómo el hecho de que un alumno nacido al calor de estas tecnologías es un multitareas acostumbrado a solucionar rápidamente problemas. Y que –sin embargo- debe confrontar esa competencia y habilidad electronal con la pasividad monopólica del aburrido maestro de aula que SOLO hace UNA cosa en clase.

El proceso educativo es un proceso comunicativo. Por eso en diferentes artículos estamos empeñados en elucidar con realismo y ciencia el quién dice qué, para qué, a quién, cómo, cuándo y dónde.

Pues bien. Si hasta para vender un jabón y posicionarlo en el mercado afino mi conocimiento de ese a quién, para conocer sus motivaciones y actitudes, sus competencias y habilidades, me pregunto si lo mismo hacemos con nuestros estudiantes. Porque –como sabemos- las tecnologías de la información tienen mucho que ver con el “formateo” del cerebro. Con la configuración de la plasticidad de este órgano. Nos lo dicen las neurociencias, la lingüística y la semiótica.

Ahora que nos anuncian currículos nuevos, nuevas metodologías, nuevas escalas salariales de los maestros y demás. ¿Se habrá hecho un estudio serio de cuáles son las competencias y habilidades de nuestros niños y jóvenes, cuáles son sus motivaciones y actitudes a la luz de la electronalidad que los rodea?

¿O la reforma educativa –expresión que se usa mucho- consistirá en ignorar estos efectos y ‘medicar’ a los estudiantes para que acepten pasivamente nuestras ‘nuevas’ o viejas propuestas del ayer, a riesgo de constreñir y matar las posibilidades del nuevo perfil del estudiante electronal?

Nos hemos olvidado del a quién nos estamos dirigiendo en la educación. De su cerebro y su realidad. ¿Podemos así hablar de comunicación educativa?   

Por: Eduardo Enrique Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
17 de septiembre del 2015

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