Guillermo Vidalón

Educación o fraude

Educación o fraude
Guillermo Vidalón
09 de diciembre del 2015

Sobre la pobre calidad educativa de ciertas universidades privadas

La campaña electoral del 2016 va perfilando algunas propuestas sobre las cuales la ciudadanía tendrá que meditar profundamente antes de entregar su voto a alguno de los candidatos a la presidencia.  En la CADE 2015 se escuchó con insistencia la oferta acerca de que “la educación es lo primero”, no obstante, nada se escuchó acerca de cómo lograrla.

Efectivamente, el candidato César Acuña, dueño de varias universidades (César Vallejo, Señor de Sipán y Autónoma), entregó por respuesta al panel de periodistas que intentó que desarrolle su eslogan de campaña, “uno de nuestros estudiantes trabaja en la NASA (Agencia Espacial de los Estados Unidos de Norteamérica)”, preguntado acerca de la función que cumple en dicha institución, dejó entrever que no lo recordaba.

Creo que nadie duda de la importancia de la educación y de que un mayor número de peruanos acceda a más años de estudio. Lo importante es que la formación que reciba un joven tenga la suficiente calidad como para lograr ser aceptado en la oferta laboral disponible o, eventualmente, formar su propia empresa y generar puestos de trabajo.

El negocio educativo es legítimo y económicamente rentable para sus promotores y, también, socialmente necesario, pero la condición es que cumpla con un estándar mínimo de calidad.  Sería conveniente conocer alguna estadística de empleabilidad de los egresados de dichas casas de estudio, así como de otras.

En la actualidad contamos con más de 140 instituciones de nivel universitario, algunas de ellas con un número inusitado de estudiantes, con tarifas muy económicas por el servicio educativo que brindan. Todo ello podría responder a una eficiente reingeniería de dichas instituciones, lo cual sería realmente meritorio. Lo preocupante es que existen elementos de juicio que hacen suponer que el bajo costo y la calidad no se condicen necesariamente.

Otra pregunta que surge es ¿dónde y a qué segmento de la sociedad se dirigen estas instituciones universitarias? Generalmente se ubican en las zonas emergentes de las ciudades, las que por sus características socio económicas cuentan con altos ingresos, pero sin una formación académica formal.  

En estos casos encontramos a padres de familia que administran y conducen negocios que, a su vez, heredaron de sus respectivos padres migrantes que, con tesón e inteligencia, se establecieron en las ciudades en busca de una oportunidad de desarrollo económico.

En gran medida, lo reseñado es el bagaje académico de esta tercera generación de migrantes que hoy acceden a la mayoría de las “universidades económicas”. El problema es que sus padres no cuentan con la información que les permita determinar si la calidad de la educación a la cual destinan parte de sus recursos realmente compensa el esfuerzo.

La generación emergente que ha logrado éxito económico podría estar siendo víctima de un gran fraude educativo que entrega títulos universitarios a nombre de la nación. Esa es la razón por lo que hay que encender los reflectores respecto de quienes afirman que “la Educación es lo primero” y eluden explicar cómo lograrlo en una economía que, salvo el ingreso en operación de algunos megaproyectos extractivos, se encuentra casi recesada.

Por: Guillermo Vidalón del Pino

Guillermo Vidalón
09 de diciembre del 2015

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