Eduardo Zapata

Educación, Numerología y 6% del PBI

Educación, Numerología y 6% del PBI
Eduardo Zapata
18 de febrero del 2016

El fanatismo de aumentar el PBI

¿Qué base científica tiene suscribir que dedicar el 6% del PBI a la educación la mejorará? Ninguna.

Inercialmente –y porque el número 6 aparece en la Constitución como solución mágica a los problemas educativos- diferentes agrupaciones políticas están inmersas en una suerte de competencia numerológica por ofertar el porcentaje más alto del PBI dedicable a la educación. Algún movimiento nos llena de expectativas porque ha ofrecido hasta el 10% del PBI.

Tal vez la recurrencia a la numerología sea una prueba más del fracaso de la enseñanza de las matemáticas entre nosotros. No solo no sabemos sumar ni restar –como lo demuestran las pruebas internacionales- sino nos adherimos a la superstición del número. Pareciésemos creer que la sola consignación del porcentaje más alto del PBI nos permitirá, en un futuro cercano, recuperar el sentido de números, matemáticas y la educación toda.

Reiterémoslo una vez más. Mientras no se defina el qué y para qué de la educación, mientras no se precise el corecurriculum y la estructuración de una nueva escuela seguiremos transitando por los senderos del gasto y no de la inversión. Y si dedicásemos el 10% del PBI al sector educación sin las definiciones aludidas solo estaremos propiciando el maravilloso mundo de las consultorías y asesorías de la nada. Y no creo que usted que está leyendo estas líneas esté dispuesto a que el dinero de sus impuestos sirva de alimento a elementos parasitarios que viven de la mediocridad de nuestra escuela.

Ante el fracaso de nuestra escuela, puesto en evidencia también por las pruebas internacionales, la respuesta de políticos y muchos supuestos especialistas en educación no es responder a la pregunta de “¿dónde está la falla de nuestra propuesta escolar?”, sino acudir al fácil expediente de más gasto: aumentemos el porcentaje del PBI. Acudamos a la numerología y a la superstición y no a la ciencia.

Con cargo a abordarlo en otro artículo ¿Nos hemos preguntado –por ejemplo- por qué luego de catorce años de una escuela que privilegia supuestamente la enseñanza del lenguaje nuestros alumnos culminan la secundaria sin saber leer ni escribir debidamente? ¿Embrutecimiento de la especie o identificables fallas metodológicas en el modo en que estamos planteando los aprendizajes de lectura y escritura? Baste adelantar aquí -al respecto- que es muy raro encontrar cuestionamientos y elucidación en torno a la eficacia del método sintético (y no el analítico) para dichos aprendizajes.     

Cuando una empresa establece metas de crecimiento, las cuantifica y establece un número como objetivo tiene clara la calidad de su producto y por ello sabe que el dinero destinado a alcanzar ese objetivo constituirá una inversión y no un gasto. ¿Esta es la racionalidad que alimenta los supersticiosos reclamos por aumentar el porcentaje del PBI a dedicarse a la educación?  

Eduardo E. Zapata Saldaña

 
Eduardo Zapata
18 de febrero del 2016

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