¿Dónde están los jóvenes liberales?

El Sábado de Gloria asistí a una reunión política convocada por el colectivo juvenil Libertad Republicana. Luego de comentar el ensayo de Mario Vargas Llosa “La llamada de la tribu”, uno de ellos me dijo: “La opción socialdemócrata que tú alientas es un populismo sofisticado que arruinara al país”. “Bueno —respondí—. ¿Cuál es la otra alternativa frente a la socialdemocracia prima hermana del liberalismo? Inmediatamente me respondió: “Los liberales por el momento no tenemos partido y solo hemos difundido ideas y filosofía política”. “Por lo que me dices –respondí—, parece que no conoces el Perú. Jorge Basadre decía: que los liberales eran cenáculos limeños alejados de la realidad. Es más –agregué para fomentar el debate—, ustedes quieren que el liberalismo se implemente mágicamente de oficio en un país tan diverso y complejo”.

La polémica se había iniciado. Otro de ellos me dijo: “Estás equivocado. Los liberales estamos en todos los partidos, incluida la izquierda, y en todos ellos hemos ganado un espacio para afianzar la idea de que el libre mercado promueve la libertad y el desarrollo. Además, tenemos representantes en todos los partidos. No somos una corriente orgánica por nuestro individualismo”. Le pregunté: ¿Son tan grandes esas diferencias entre los liberales que no pueden actuar orgánicamente unidos por un programa político?”. Respondió sin titubear: “Sí. Por ejemplo, algunos son liberales en lo económico y conservadores en lo social y religioso; otros son liberales sociales como los de Nuevo Perú, partido de las clases medias altas limeñas que llaman de izquierda. Ellos priorizan los derechos civiles de las minorías homosexuales y la legalización de las drogas recreativas. Además, esta izquierda cree en el libre mercado y nuestras diferencias con ellos son mínimas”.

Volví a preguntar: “¿Por qué no hacen un partido liberal?”. El presidente del colectivo me respondió: “Es muy difícil hacer un partido porque tendríamos liberales republicanos, liberales conservadores, anarcoliberales que creen que debe desaparecer el Estado, etc. Pero esas son dificultades que vamos a vencer. Nosotros queremos tener un candidato a la presidencia que sea portavoz de la filosofía liberal y que difunda las ideas de libertad en todo el país. Es más —continuo vehemente—, en julio vamos a definir a quien le proponemos que sea nuestro candidato”. Pregunté: “¿Deben tener un partido con una mínima organización en todo el país?”. El más joven de ellos respondió: “Estamos en esa tarea política”.

Los jóvenes estaban entusiasmados a pesar del fracaso de PPK, a quien ven como un mercantilista corrupto. Les pregunté: “¿Quién es vuestro candidato?”. Me respondieron que todavía no han hablado con él, “pero no tenemos rubores ni queremos esconder nuestra simpatía por Jaime de Althaus que es un intelectual liberal lúcido y conocido en todo el país. Además es honesto y tiene lo que a nosotros nos interesa, el compromiso republicano con la libertad. Estamos seguros de que si acepta dará un combate de ideas que ayudará mucho a cambiar al país”.

Sofía, estudiante sanmarquina me dijo: “Salvo el neopopulista Alfredo Barnechea, los demás candidatos (Keiko Fujimori, Acuña, Guzmán, Mendoza y los otros) son de un nivel primario y confunden la democracia y el estado derecho con ideología política. Y demagógicamente quieren imponer principios abstractos a la realidad, los sentimientos a la razón y la moral religiosa al derecho”.

La crisis terminal de la clase política representada en el Congreso de la República está activando un inusitado interés en los jóvenes por la política. Por lo menos, ahora que vivimos un etapa de transición política con Vizcarra en el poder, sabemos qué quieren los jóvenes liberales.