Iván Arenas

¿Dónde están los indignados?

¿Dónde están los indignados?
Iván Arenas
15 de febrero del 2017

El país que no se levanta frente a la corrupción de su clase política

Más de 50,000 almas tomaron las calles de Rumania para exigir que se deroguen las leyes que favorecerían a la corrupción. En tanto, el Perú está en medio de un escándalo de corrupción alrededor de las empresas brasileñas —probablemente uno de los mayores en su historia republicana— y apenas la “sociedad civil” se ha movilizado. Mientras ello sucede, el politólogo y el analista se quedan absortos tratando de descubrir qué pasa en el país, y la izquierda llama a una protesta que no tiene alma ni alcance. ¿Por qué el país no se levanta frente a la corrupción de su clase política nacional?

No, estimado politólogo. No es que la sociedad peruana sea contemplativa con la corrupción (“roba pero hace obra”). Y tampoco se trata de que el modelo económico y político está en el final de su días. No, nada de ello ocurre. Sucede que la sociedad civil en las regiones y provincias ve por las noticias locales que la mayor parte de su clase política regional y local está corrupta, y lo que ve es simplemente una versión nacional de la corrupción. ¿Acaso los ciudadanos no están asqueados e indignados de la corrupción en Ancash y en Echarate? ¡Por favor!

Pero tampoco es que el modelo económico está entrando en su fase final. La inmensa mayoría de los ciudadanos sabe que si algo funcionó en el Perú es la economía y el mercado. La conclusión generalizada en todos los análisis serios es que el Perú creció económicamente sin instituciones. Ello no está en discusión. Si apartamos por un momento todo el escándalo de corrupción de Odebrecht y las empresas brasileñas, y miramos hacia atrás, diremos que todo lo pasado no fue peor. A pesar de que el Perú creció sin instituciones, nunca en la historia de la República nuestro país tuvo que tiene ahora.

Hoy solo un quinto de la población se encuentra en la pobreza, existe una enorme clase media emergente y vamos hacia una quinta elección sucesiva, cuando aquello era la excepción y no la regla. No solo eso, sino que por primera vez dos mundos excluidos se han encontrado gracias a la economía, al mercado y en parte al Estado, con sus programas sociales que de alguna manera funcionaron, aunque de forma ineficiente.

Desde la fundación republicana el Perú quedó separado en dos. Por un lado, el Perú criollo y del otro un Perú masivo, popular y andino. Pues bien, luego de casi doscientos años de República, el Perú puede ser una nación, una sola nación. ¿Qué produjo aquello? La economía y el mercado luego de las reformas de los noventa con el fujimorato. Pero seamos justos: no habría República moderna sin la reforma agraria del velascato, a pesar de sus consecuencias económicas negativas. Algo impensable para cierta derecha.

Los indignados están allí. Esperando que lleguen el 2018 y el 2021 para, en democracia y elecciones, cambiar a sus autoridades. Quizá el politólogo no los haya visto.

Por Iván Arenas

Iván Arenas
15 de febrero del 2017

NOTICIAS RELACIONADAS >

La izquierda pretende escribir la historia de Alan García

Columnas

La izquierda pretende escribir la historia de Alan García

Como cuando en su día el historiador de izquierda Nelson Manriq...

23 de abril
El clasismo de Pedro Francke

Columnas

El clasismo de Pedro Francke

El ex ministro de Economía, y a veces portavoz de lo que se den...

17 de abril
El marxismo en las escuelas

Columnas

El marxismo en las escuelas

Un reciente reportaje elaborado por el programa “Contracorriente...

10 de abril

COMENTARIOS