Eduardo Zapata

Don Pedro, Don Pedrito y el cusí cusá

Don Pedro, Don Pedrito y el cusí cusá
Eduardo Zapata
01 de junio del 2017

Cómo se “cocinan” las decisiones políticas

Hace algunos años, un simpático personaje se adueñó de un espacio televisivo destinado a la gastronomía popular. Don Pedrito se llamaba su programa y el personaje era Pedro Villalba. Un hombre que bailaba mientras cocinaba, conversaba por teléfono con sus televidentes e introdujo una suerte de picaresca criolla en programas del género que convocaban la atención y empatía de su audiencia.

Cusí-Cusá fue la expresión que él acuñó a fuerza de repetición y que caló entre sus seguidores que —ciertamente— no eran pocos. A diferencia de programas gastronómicos anteriores —como los de Teresa Ocampo y Carmela Moyano— su cusí cusá era el reflejo de la personalidad del hombre de cocina, que imprimía buena dosis de improvisación y de informalidad a sus recetas y a su programa. Una espontaneidad permisible por el género y cercana a la gente.

Y he aquí que ha sido incorporado al gabinete ministerial otro Pedro. Don Pedro Olaechea Álvarez Calderón. Hombre de valiosa trayectoria profesional, que ciertamente sabe también del cusí cusá de la vida diaria, pero que por trayectoria sería incapaz de llevar la improvisación y la informalidad a su discurso político.

Aunque con tono a veces severo —y en apariencia seria—, nuestra vida política ha sabido mucho más del cusí cusá que de la seriedad. Un cusí cusá político teñido de inmoralidades en esferas públicas y aun privadas. De marchas hacia adelante y hacia atrás, improvisaciones, utilización de ingredientes vencidos, recurrencia a insumos sorpresiva e inmoralmente ajenos a la receta que se dice seguir. La hora política actual se ha impregnado así de rechazos, de antis gratuitos y de propuestas “culinarias” cuyos promotores ocultos son, por lo demás, harto conocidos. Tal vez muy formales y hasta alabados por la prensa interesada, pero alejados no solo del cusí cusá simpático de Pedro Villalba y entonces lejanos de los intereses reales de la audiencia.

Hoy día funcionario de una empresa importante, mañana funcionario de un organismo regulador de aquella empresa. Hoy día consultor de un proyecto de factibilidad, mañana ejecutor de dicho proyecto. Hoy día doy el sí a un proyecto desde un ministerio o institución estatal cualquiera y mañana me beneficio directamente de ese “imparcial y técnico” sí. Mucho de esto viene sucediendo desde hace buenos años. Y esto no tiene nada de gracioso e informal, como el cusí cusá de Don Pedrito.

Bajo el disfraz de tecnocracia, desde hace largo tiempo se ha establecido una casta burocrática del Estado. Bien sea dentro de él o fuera de él, muchos profesionales vienen viviendo de ese Estado, con prescindencia de lo que es urgencia popular y de lo que es —en puridad— lo técnico, para no hablar de lo ético. Los amiguismos por intereses —a diferencia del original Don Pedrito— “innovan” recetas y preparan platos por detrás de cámaras.

Ejecutivo y Legislativo deben compatibilizar su acción en aras de los auténticos intereses nacionales. La urgente gobernanza y gobernabilidad. Y ya que Don Pedro Olaechea es un caballero de puentes y del decir siempre correcto, convendría que se vaya pensando en él como el nuevo primer ministro. El actual Gabinete es ya —ante la percepción de la gente, y es lamentable— expresión de un cusí cusá político no solo lindante con la ineficiencia, sino también reñido con la moral pública.

Eduardo E. Zapata Saldaña

Eduardo Zapata
01 de junio del 2017

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