Jorge Morelli

Diálogo del bosque y la montaña

Diálogo del bosque y la montaña
Jorge Morelli
17 de agosto del 2016

Las diferencias entre el mundo desarrollado y las economías emergentes

El ministro de Economía se dispone a aplicar la misma receta que se utiliza en el mundo desarrollado para reactivar la economía. Solo que en las economías emergentes la realidad puede ser diferente y la receta resultar equivocada. El mundo desarrollado, con sus economías estancadas, está redescubriendo una vez más a Roosevelt, padre espiritual de Keynes; por ello se prepara para reactivar mediante un aumento drástico del gasto fiscal en infraestructura. Y es el Estado el que va a invertir, porque el sector privado no quiere hacerlo. Y tampoco quiere consumir.

La inversión ha caído brutalmente en las economías emergentes también. En nuestro caso, según el BCR —citado por Waldo Mendoza en un artículo periodístico—, se ha desplomado de 15% en 2012 a la cifra negativa de -4.5% en 2015. Y sigue cayendo en 2016. Eso no ocurre solo en el Perú, sino en todas las economías emergentes. Los capitales fugan de ellas a causa de la caída de los precios de las exportaciones de materias primas. En nuestro caso, de los minerales que el Perú vende al mundo.

Mendoza detalla que el propio FMI ha confirmado que el principal determinante del desplome de la inversión son los precios internacionales. Es más, propone la hipótesis general de que el principal factor de la desaceleración de la inversión son las variables internacionales. Una investigación en curso en el Perú, añade Mendoza, encuentra que el 70% del comportamiento de la inversión privada se explica por las variables internacionales y que, por el contrario, el “factor confianza” no aparece como determinante de la inversión. Si es así, estamos en problemas, concluye Mendoza.

En efecto, la mala noticia es que, en tal caso, la reactivación de nuestra economía no depende de nosotros, viene de fuera. Pero la buena noticia es que esa reactivación venida de fuera podría estar llegando. Tras tres años consecutivos de fuga de capitales desde la economías emergentes a las desarrolladas —señala Hernán Arellano— hay un cambio importante.

Mientras en 2012 entraban US$ 49,000 millones al año a las economía emergentes, en los siguientes tres años salieron US$ 95,000 millones desde las economías emergentes a las desarrolladas. Esto causó la devaluación masiva de todas nuestras monedas. Pero las cifras indican que en 2016 los flujos hacia las economías emergentes han vuelto a ser positivos. Esto se da paralelamente a una mejora significativa de los precios de las materias primas y a la revaluación de nuestras monedas.

Si ahora el mundo desarrollado —EE.UU., Europa, Japón— se embarca en un nuevo ciclo keynesiano, en una cruzada para reactivar con gasto público, sus bancos centrales —especialmente la FED— no se van a atrever a frenar esa reactivación elevando las tasas de interés. Por lo tanto, el dólar ya no subirá. En cambio, subirá el oro, que es el refugio de valor alternativo —ya lo ha hecho en importante medida— y luego, poco a poco, lo hará el precio del cobre, que ya ha dejado de caer. De eso vive el Perú, de lo que  le vende al mundo.   

En la misma medida se detiene la fuga de capitales de las economías emergentes y, poco a poco, los vemos regresar. Tal como ocurrió durante el período entre el colapso de la burbuja global de 2008 y el momento en que la política monetaria de la FED cometió el error de subir la tasa de interés y el dólar se disparó en todo el planeta, rebotando en perjuicio de la propia economía de EE.UU.

Este es el proceso que deberíamos vigilar de cerca, sobre el que deberíamos tener puesto el ojo mientras saneamos nuestra economía y la ponemos a punto con reformas. En lugar de intentar en vano, una vez más, sustituir al Estado por el sector privado en la inversión, como harán ahora las economías desarrolladas. En nuestro caso, eso solo agravaría un déficit fiscal ya visiblemente fuera de control, y dispararía un nuevo ciclo de endeudamiento masivo, que terminará como siempre han acabado en la historia del Perú estos ciclos delirantes.

Jugar a contracorriente parece más inteligente que copiar, como tontos, un juego en el que jamás venceremos. Cuando el mundo desarrollado redescubre a Keynes, nosotros deberíamos descubrir a Hayek. Mientras ellos se internan en el bosque oscuro de Bretton Woods, escalemos en plena luz la montaña de Mont Pelerin.

 

Jorge Morelli

@jorgemorelli1

jorgemorelli.blogspot.com

 
Jorge Morelli
17 de agosto del 2016

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