Deterioro de la imagen de la clase política en el Perú

Cerca de finalizar la segunda década del siglo XXI, en un entorno incierto y cambiante en el ámbito económico y geopolítico, las organizaciones deben adaptarse a los cambios. Pero para hacerlo exitosamente deben contar con un clima de negocios que les permita desarrollarse, invertir y fomentar la investigación en el desarrollo de nuevos productos o servicios, a efectos de ser más competitivos en el mercado y cada vez más eficientes y eficaces.

Sin embargo, uno de los grandes problemas que enfrentan las organizaciones en el mundo es la inestabilidad política y de gestión, dado que estas afectan el clima de negocios. Para analizar este tema, específicamente en materia de inestabilidad política, voy a tomar como ejemplo el actual deterioro de la imagen de la clase política en el Perú.

Según una reciente Encuesta Nacional Urbano Rural, de Ipsos Perú, difundida recientemente por El Comercio, en el país la imagen de los líderes de la clase política en el Perú sigue deteriorada. Ningún líder de un partido político con representación nacional alcanza el 25% de aprobación. Todos los líderes políticos mantienen un bajo nivel de aprobación en el mes de septiembre, similar al de agosto: Julio Guzmán subió de 21% a 23%, Verónica Mendoza subió de 20% a 21%, Alfredo Barnechea y Cesar Acuña subieron de 11% a 14%, Keiko Fujimori cayó de 15% a 13%, y Alan García se mantiene en un 7% de aprobación, respectivamente.

Estos resultados, de poco liderazgo político, son un reflejo del desgaste de los líderes políticos en nuestro país, debido a que varios representantes de la clase política en general han estado implicados directa o indirectamente en denuncias de corrupción. También contribuye a ese desgaste la carencia de propuestas técnica y legalmente viables para resolver los tres grandes problemas que sufre nuestro país: la corrupción, la inseguridad ciudadana y las trabas burocráticas. Además se percibe la ausencia de un recambio de líderes en los principales partidos políticos, así como una pobre gestión organizacional interna.

Todo ello es nefasto para nuestro país, dado que es caldo de cultivo para conflictos sociales y el surgimiento de caudillos populistas, sin un plan de gobierno serio y viable, y la inestabilidad política en general. Esto influye negativamente en el clima de negocios, lo que afecta tanto a los inversionistas locales como a los extranjeros.

Es necesario, por el bien de nuestro país, que esta situación cambie. Necesitamos partidos políticos plenamente democráticos en su gestión interna, transparentes, con planes de gobierno con objetivos y estrategias realistas y alcanzables (técnica y jurídicamente), que busquen el desarrollo de nuestro país y la solución de los tres grandes problemas indicados. Y con líderes intachables en su accionar, que surjan de elecciones internas democráticas, y con pleno respeto a sus marcos normativos internos y al marco legal vigente.

Los peruanos queremos escuchar a líderes políticos con propuestas útiles. Como, por ejemplo, la reducción de los años de aportes a Oficina de Normalización Previsional (ONP) para alcanzar una pensión de jubilación (de 20 a cinco años), y tomar acciones frente a los abusos en el cobro de comisiones en las administradoras de fondos de pensiones (AFP), mejorar las estancadas remuneraciones de los empleados (de carrera) del sector público de carrera, eliminando distorsiones e inequidades. Todos queremos un buen servicio de parte de los empleados públicos, pero para ello necesitamos que sean competentes y bien remunerados. Queremos servidores públicos y no esclavos públicos en nuestro país.

Por ello es necesario que todos los políticos implicados en casos de corrupción sean objetivamente investigados y sancionados ejemplarmente, conforme al marco legal vigente. Solo así la ciudadanía y los inversionistas, tanto locales como extranjeros, podrán recuperar la confianza en el Estado peruano y sus instituciones.