Dante Bobadilla

Despacito

Despacito
Dante Bobadilla
07 de septiembre del 2017

La izquierda se ha adueñado de la memoria y la verdad

Poco a poco están saliendo de prisión casi todos los terroristas, y no están arrepentidos. ¿Qué harán? Esa es la pregunta que debemos hacernos. Por lo pronto hay una especie de jolgorio en la aristocracia caviar por la inminente salida de Maritza Garrido Lecca, heroína miraflorina que será colocada en el altar de la izquierda, junto a Edith Lagos y el Che. Tal vez hasta se hagan exposiciones especiales en el LUM.

El panorama es complicado. Mientras todos andamos desesperados con la pasmosidad del presidente y su falta de rumbo, y vivimos agobiados por las huelgas que nos distraen y calientan el ambiente, el escenario para el predominio de la opción violentista está casi listo. No en las mismas características de los ochenta, sino en una fase más institucionalizada y acaviarada. No ha sido un proceso rápido, como el logrado por las FARC. En el Perú esta izquierda ha ido avanzando despacito, pero ha alcanzado el copamiento político, mediático, sindical y de las redes.

Vista en perspectiva, la etapa posbélica de la izquierda, tras la derrota de SL y MRTA fue de reestructuración de su estrategia. La debacle del régimen fujimorista les dio la oportunidad de treparse al coche de la indignación popular y comenzar a mover las clavijas en el nuevo escenario, utilizando lo que había. El artífice fue Diego García-Sayán, quien a decir del Dr. Villa Stein, debería ser considerado traidor a la patria. Fue este siniestro personaje el que inició la liberación masiva de terroristas, el desmontaje de toda la estructura legal antiterrorista edificada en los noventa, y el sometimiento sin reservas a la CIDH, a cuya presidencia aspiraba desde su ONG.

La siguiente jugada maestra de DGS fue crear la CVR para contar la historia de la violencia desde la perspectiva de la izquierda. Como resultado, el Estado, el Gobierno de Fujimori, las FF. AA. y la PNP aparecieron como los principales perpetradores de violaciones de DD. HH. Luego se habló de reparaciones a las víctimas y de escenarios que rememoren la época: monumentos como el El Ojo que Llora y museos como el LUM, donde ya sabemos qué es lo que pasa.

La izquierda se adueñó así de la memoria y de la verdad, aparecieron disfrazados como defensores de la democracia y luchadores anticorrupción. Aunque debajo del traje se les vea la piel de lobo a cada rato, como cuando tartamudean para condenar el despotismo cubano y venezolano, o cuando se niegan a cuestionar a sus aliados de campaña y madrinas, como Susana Villarán y Nadine Heredia, sobre quienes callan en todas las lenguas originarias.

El peligro es claro. La izquierda tiene cualidades que los demás no. Para empezar, ellos son fanáticos y obsesivos hasta la patología. Vean nomás cómo viven prendidos de Keiko todos los días. Los keikópatas y antifujimoristas no descansan en sus sucias campañas de satanización, en las que muestran el más bajo nivel posible. Esto significa que la izquierda tiene bien identificado al enemigo y se dedica alimentar el odio de la sociedad a través de sus medios y redes. En la derecha no existe tal cosa.

Peor aún, cualquiera que no se sume al cargamontón antifujimorista y se atreva cuestionar esos métodos, por inmorales y repugnantes, es tachado de inmediato como “fujimorista” y se le trata como si fuera un hereje en la Edad Media. Para estos sectores el solo hecho de no seguir su delirio mental basta para ser acusado de fujimorista, como si eso fuera un pecado mortal. No he visto tal nivel de obsesión para condenar a los senderistas camuflados en el magisterio, por ejemplo. Al contrario, son elevados a la categoría de héroes sociales. Hasta las divas de la prensa televisiva se esmeran en mostrar los dientes y hacerle ascos a todo lo que sea fujimorismo.

Habrá que poner las barbas en remojo porque el escenario está listo para que el 2021 gane un rojo recalcitrante como Goyo Santos o Pedro Castillo. Lo habrán logrado pese a haber perdido la guerra y sin necesidad de pactos. Tan solo por la debilidad del sistema democrático y las indiferencia de los demás. Como cereza del pastel, están buscando generar el caos en el Congreso desarticulando las bancadas. Todo suma.

Dante Bobadilla

Dante Bobadilla
07 de septiembre del 2017

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