Manuel Bernales Alvarado

Desmitificar la Amazonía

Dejando de lado las visiones utópicas y ucrónicas

Desmitificar la Amazonía
Manuel Bernales Alvarado
09 de mayo del 2018

 

Hice mis primeras “planas” y lecturas con mi madre y mi padre, y en la escuela de doña Juana Venegas, pionera de coeducación. Aprendí a leer en tres libros portadores de sensibilidad amazónica y social, y pasión por la justicia y fe cristiana. El primero de ellos es Leyendas amazónicas, de Jacinto Elías Benavente, un libro preñado de pasión y deslumbramiento ante la inmensa biodiversidad y pluriculturalidad amazónicas, y una dolida crónica de la explotación de indígenas, ribereños y “proletarios” de entonces.

El segundo de esos libros fue Cuentos de calleja: niños vendedores ambulantes de mojarras y pescaditos de la mar, uno de ellos muriendo arrollado por el tranvía. Y el tercer libro fue Güelfos y gibelinos, temprano nacionalismo italiano contra la dominación tedesca, etapa de la vida loca del joven adinerado que luego fue San Francisco de Asís. Así entré en la pequeña clase media iquiteña, que también leía El tesoro de la juventud, y gocé con Samarkanda en el cine Alhambra, con mis amigos los Rieckhoff. El mundo indígena nos era familiar y paternalistamente subordinado.

Treinta años después, trabajando en el Comité de Desarrollo del Oriente, hechura del Instituto Nacional de Planificación, adhiero a una transformación conceptual: la Amazonía no es tierra de frontera casi deshabitada, sí con indígenas invisibilizados y parte del capitalismo mundial y la dominación interna. Se repensó la Amazonía como espacio de “crecimiento, no desarrollo, desigual y combinado”. Collantes, Del Águila, López Parodi, Chirif y Mora Bernasconi, Peñaherrera y hasta Le Chau, profesor consultor vietnamita, Rumrrill desde otras trincheras, sustentaron que esa heredad —para mí— de todos los peruanos sería más urbana y multimestiza, rural y poli indígena. Esta visión maduró progresivamente por aportes personales e institucionales. Y destaco la Biblioteca Amazónica, CETA y la revista Kanatari.

La migración, fenómeno universal. National Geographic difundió la migración del humano y su genoma. También la UNESCO. El poblamiento amazónico sigue esa ley: poblamiento autónomo, nómades y asentamientos no estatales adaptándose al ecúmene luego de milenios de su iter asiático y acaso africano. Está documentado por Dollfuss, Bryan, Meggers, Ribeyro entre otros: pequeñas y numerosas sociedades y culturas preibéricas; el colonialismo esclavizó otras etnias, grupos y hasta naciones de África. Todos fueron penetrando y menguando territorios de aborígenes.

Las repúblicas impusieron etnocidio, ecocidio y genocidio, y evangelización y colonización mediante modelos vaticanos —en el siglo XX, evangélicos— en ciclos de explotación primario exportadora de recursos naturales: primero el “palo del Brasil” y finalmente el caucho, petróleo, gas, minerales y especies vegetales y animales.

El desarrollo desigual y combinado con particularidades, imbrica control territorial, civil y militar, con catolicismo. Incluye a municipalidades, servicios occidentalizados y deficitarios de educación y salud, policía y fuerzas armadas y jueces. Todos ellos integran personas y territorio al control, vigilancia y punición del Estado nacional existente. También las órdenes religiosas, con o sin territorio asignado por un concordato.

La Amazonía es una y múltiple. Deforestación y degradación in crescendo: ganadería (Brasil, primer productor mundial de vacuno), hidroenergía, soja, tala y minería ilegales, y enormes pasivos ambientales. Incluso con la ruina ambiental por extracción petrolera en Perú, Ecuador y Colombia.

1972: inicio del ciclo petrolero, canon y otras ilusiones. Al cese quedan 15,000 extrabajadores que se refugian en actividades informales y formales en Iquitos y otras ciudades. Expandido el consumismo citadino, se instaura la época de la economía y sociedad de la droga, de la informalidad amoral y de la corrupción generalizada en todos los grupos humanos, con singularidades por su diversidad.

2018: Iquitos alberga más habitantes que toda la población indígena. Nuestra Amazonía se ha urbanizado. Tenemos capacidades humanas para una mejor visión y acción, como las universidades, la internet y el Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (antecesor del CONAM) y MINAM. Aunque abundan visiones utópicas y ucrónicas, sustitutos funcionales de las ideologías políticas, ¿servirán para una mejor movilización y gestión social?

 

Manuel Bernales Alvarado
09 de mayo del 2018

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