Dante Bobadilla

Desaparecidos y vividores

Desaparecidos y vividores
Dante Bobadilla
30 de junio del 2016

Sospechoso montaje en beneficio del progresismo

El progresismo está de fiesta con la promulgación de la Ley de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Se frotan las manos. Tienen para veinte años buscando desaparecidos. Claro que no se trata de cualquier desaparecido, sino de los que al progresismo le parece que son dignos de ser buscados, y son los que reposan en fosas presumiblemente creadas por las FF. AA. durante su lucha contra los terroristas de izquierda. Así que si ustedes tienen un familiar desaparecido en el mar, en un río o simplemente se esfumó por cualquier efecto, no tienen ningún derecho a que sea buscado. A usted no le duele nada, no le falta el duelo, no vive esperando por treinta años a que le devuelvan un hueso. Para usted no es esa ley. Usted se calla y se olvida.

Luego de leer a varios cándidos progres festejando hasta el orgasmo la ley de marras, no he hallado ninguna justificación valedera para semejante despilfarro de tiempo y dinero. Todo lo que leo son patéticas muestras de la típica sensiblería barata que el progresismo suele mostrar con altas dosis de cursilería, llenando texto con palabritas como “justicia” y “humanidad”. La misma ley promulgada es un buen ejemplo de literatura melodramática, en el estilo de los guiones de telenovelas hindús. El progresismo nos cree estúpidos a todos y quiere hacernos creer que hay gente que vive buscando a un familiar desaparecido por treinta años, como si la vida se hubiera detenido, o que viven atormentados porque “no han completado el duelo”. Para charlatanes se bastan.

Perder a un ser querido y no encontrarlo nunca es parte de las experiencias de la existencia humana. Ocurre en muchos casos. Yo mismo tuve un tío policía que un día, en los años ochenta, desapareció para siempre sin dejar rastro. También un primo que se fue a estudiar a Argentina a fines de los setenta y nunca más se supo nada de él. Cada año miles desaparecen en accidentes y catástrofes naturales en todo el mundo. La gente se consuela clavando una cruz, velando una ropa, una fotografía, etc. El consuelo se busca y el dolor se cura con el tiempo, es parte de la naturaleza humana. No hay que vender sebo de culebra con el cuento del “duelo inconcluso”.

Ahora resulta que hay unos desaparecidos que gozan de privilegios y el Estado tiene que destinar millones para ponerse a buscar sus huesos, someterlos a engorrosos mecanismos de identificación y entregarlos en una primorosa cajita a unos familiares que “no han podido cerrar su duelo” tras treinta años. Ridículo, francamente. Pero no solo eso. El Estado se ocupará de darles sepultura y “acompañamiento psicosocial”. Lo único que falta es que el mismísimo ministro vaya a tocarles el arpa. No sé si al final les darán algún dinero. Pero acá el montaje no solo es patético y ridículo, sino sospechoso y cojonudo. Alguien cobrará por todo esto, se los aseguro.

Todo el mundo se ha tragado el cuento del “duelo inconcluso”, un mito que pertenece a una de las tantas escuelas de psicoterapia que compiten en el mercado de la charlatanería curativa. Suponiendo que el tal “duelo inconcluso” fuera el verdadero problema de estas familias, el Minsa bien pudo haber organizado campañas de psicoterapia —o “acompañamiento psicosocial”— a todos esos dolientes que no han logrado superar su problema tras treinta años, y solucionarles su trauma con sesiones de terapia que les ayudarán a cerrar el duelo, sin necesidad de ponerse a buscar huesos. Esas terapias existen. De manera que el cuento del “duelo inconcluso” está fuera de lugar en esta telenovela progre. Que busquen otro cuento.

¿Hasta cuándo seguiremos con estos temas? Lo mejor sería dictar una ley de punto final para dar por cerrado todo el capítulo del terrorismo y evitar que las hienas del progresismo sigan alimentándose con las víctimas. Un país no puede quedarse estancado mirando el pasado, lamiéndose las heridas o persiguiendo culpables eternamente. Es hora de voltear la página y dejar descansar a las víctimas en paz, estén donde estén, y evitar estos patéticos circos de la memoria. Solo debemos tener memoria para no olvidar jamás que fueron los farsantes de la “justicia social” quienes causaron todo esto.

Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
30 de junio del 2016

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