Juan Carlos Valdivia

Democracia es pactar

Democracia es pactar
Juan Carlos Valdivia
04 de enero del 2016

La diferencia entre las alianzas y adhesiones políticas en la campaña

Con ligereza hay quienes plantean que lograr acuerdos o consensos daña la democracia y sustentan esta atrevida afirmación en los resultados de una encuesta reciente donde la mayoría de candidatos no logra niveles de aprobación aceptables. Por el contrario, en democracia lo usual es pactar, lograr acuerdos, consensos. Un acuerdo entre partidos políticos busca compartir el poder, lograr mayorías que permitan estabilidad y predictibilidad en las decisiones del Estado y así fortalecer la democracia.

Claro que pueden existir perversiones, como cuando se conforma una mayoría abusiva que no respeta a las minorías y que evita desde el Parlamento un debido contrapeso al poder Ejecutivo, como nos ha sucedido en los primeros años de este gobierno. La esencia de una democracia republicana es poner controles al poder, generando contrapesos entre las instituciones y entre las fuerzas políticas.

En el caso de las actuales candidaturas a la Presidencia de la República, existe claramente una alianza electoral entre dos partidos y en las demás solo hay adhesiones de algunos pequeños a otros principales. Estas últimas pueden ser cuestionadas pues responden al estilo caudillista con que se viene manejando nuestra política. Adhieren a un candidato, no es el resultado de la unión de fuerzas convergentes de dos o más partidos. Desde la izquierda, han avanzado en lograr una sola oferta electoral.

Gran parte de los últimos quince años hemos tenido mayorías flotantes que se conformaban de acuerdo al punto a tratar. Es cierto que tanto Toledo como Humala lograron inicialmente organizar mayorías parlamentarias por las alianzas logradas, el primero con el FIM y el segundo con el mismo Toledo, pero estas no se pudieron sustentar en el tiempo en tanto sus bancadas eran una suma de individualidades que no respondían a los intereses partidarios.

Es necesario acabar con este archipiélago de ofertas electorales, algunas que se superponen en el mismo espacio político y otras que existen para satisfacer la vanidad del candidato. Y una forma de reducir esta oferta electoral es promover una sana política de alianzas, Cuando un candidato habla de no aceptar alianzas porque estas significan “repartijas” no hace sino advertir que no está dispuesto a compartir su poder, que se pueden adherir a él, pero no convertirse en sus socios. El problema está cuando el concepto se repite sin mayor análisis, profundizando la idea de que necesitamos caudillos que decidan por sí, y no alianzas ni acuerdos entre partidos que ayuden a sumar fuerzas y compartir el poder.

Por: Juan Carlos Valdivia

Juan Carlos Valdivia
04 de enero del 2016

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