J. Eduardo Ponce Vivanco

¿Democracia en jaque?

¿Democracia en jaque?
J. Eduardo Ponce Vivanco
15 de febrero del 2016

Sobre los asuntos éticos de la campaña electoral    

 Urge dilucidar dos temas vitales para la campaña electoral y la moral política: ¿Puede la democracia coexistir con la corrupción? ¿Hay democracia sin Estado de Derecho? Son interrogantes planteadas por las increíbles transgresiones éticas del hasta ahora candidato Acuña.

La corrupción trasciende la conducta del funcionario público. Wikipedia cita al tratadista mexicano Llaca E. G.  (“Corrupción, patología colectiva”, 2005) quien la asocia principalmente a los procesos políticos  -¿qué más político que las elecciones? - cuando en ellos se busca el beneficio personal, más que el servicio a la comunidad. Es el caso de las prácticas de Acuña,  porque el plagio o la apropiación ilícita de publicaciones ajenas se dan a través de acciones con el fin de engañar. Haya plagiado él o pagado a un tercero para hacerlo, la mala fe es flagrante.  La propiedad intelectual es un bien de carácter patrimonial;  por eso el plagio es un delito perseguible de oficio. Y está relacionado a la estafa, porque ésta consiste en engañar para lograr un provecho patrimonial, haciéndose de  propiedad ajena.

¿Quiénes son los engañados o estafados?  Los alumnos que reciben títulos de universidades cuestionadas por la conducta de su Presidente Fundador.  Las universidades que le otorgaron títulos gracias a tesis plagiadas con descaro.  El profesorado  de sus tres universidades. Los “premiados” con doctorados “honoris causa”. El elector defraudado por quien se presenta como “doctor en educación” (cuando ni siquiera tendría educación secundaria). Los miembros del  partido y  los candidatos parlamentarios que hubieran actuado de buena fe. Los poderes Electoral y Judicial, los otros partidos y la institucionalidad del país.

Esta “pluralidad de víctimas” es una característica del delito de estafa agravada introducido en el Código Penal gracias al Proyecto de Ley 2051/2012 propuesto, entre otros, por la neoacuñista Marisol Espinoza. En su Exposición de Motivos (2do. Párrafo)  el Proyecto sostiene que “el engaño es uno de los medios constitutivos de este delito”, que mediante la “simulación” puede “inducir a error a una o varias personas”, “alegando hechos falsos u ocultando los verdaderos”.

La corrupción predica con experiencias convincentes y nocivas para el ciudadano: engañar es útil; todos tienen un precio; solo debes pagarlo; el dinero abre todas las puertas y te libra del castigo.

Estado de Derecho. Cumplir la Constitución y respetar la ley es fatal para la corrupción. Se neutraliza relativizando la ley, socavando el Estado. Hay que corromper  poderes públicos,  burocracias e instituciones hasta que el ciudadano se pregunte:  ¿Por qué acatar una norma, si nadie lo hace? ¿Es malo hacer lo que hacen todos?  ¿Puedes triunfar dando ventaja a los demás al respetar reglas que ellos no respetan?

Una democracia corrupta y con leyes que no se cumplen, no es democracia porque no garantiza la libertad ni los derechos y obligaciones consustanciales a una vida civilizada y segura en sociedad.

Por Eduardo Ponce Vivanco

 

J. Eduardo Ponce Vivanco
15 de febrero del 2016

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