Victor Robles Sosa

Delincuencia: quitarle el agua al pez

Delincuencia: quitarle el agua al pez
Victor Robles Sosa
22 de diciembre del 2015

Lo que nos enseña el estado de emergencia en el Callao

El calentamiento del clima político, originado por la presentación de las alianzas y “planchas” electorales, ha relegado en las últimas semanas el debate sobre el desborde de la delincuencia que amenaza la vida de los ciudadanos y golpea a muchas empresas se ven obligadas a pagar cupos para proteger a sus ejecutivos y sus bienes. El problema se ha agravado tanto que el gobierno se ha visto obligado a declarar en estado de emergencia El Callao, donde los hechos posteriores a esa medida demuestran que la solución al problema no es solo policial.

Lo que estamos viendo en el Callao debiera ser evaluado por los candidatos presidenciales para entender mejor el problema y poder plantear así una estrategia exitosa para enfrentarlo, pues el asesinato del colaborador eficaz de la justicia Wilbur Castillo, ha permitido que se expongan a la luz pública las raíces del árbol ponzoñoso del crimen organizado.

La primera constatación es que las bandas comunes se están transformando en organizaciones sofisticadas como las de Gerald Oropeza y Barrio King, que cuentan con equipos de sicarios, mueven grandes sumas de dinero de la extorsión y el narcotráfico, tienen conexiones internacionales y, además, han infiltrado el estado.

El asesinato de Castillo ha planteado la necesidad de que el caso sea investigado por la Dirincri de Lima porque todo indica que hay un número indeterminado de agentes de la PNP del Callao que estarían  trabajando al servicio de la banda Barrio King.

También se plantea que la investigación judicial del caso Castillo sea transferida a magistrados de Lima porque el hampa chalaca tendría igualmente comprados a magistrados del Ministerio Público y el Poder Judicial del Callao. Y tampoco debemos olvidar que el cabecilla de Barrio King, Gerson Gálvez, fue excarcelado por la corrupción del INPE.

He allí el panorama completo del problema: el pez del hampa se mueve sinuoso y veloz, a su libre voluntad, en las aguas turbias de la corrupción del estado, donde se siente protegido e impune. Ergo, la solución es obvia: hay que quitarle el agua al pez para no pueda moverse y se muera por asfixia.

Lo que vemos en el Callao lo vimos hace dos años en Chimbote, donde la mafia local desarrolló sus tentáculos tanto que capturó el gobierno regional, controló medios de prensa, policías, fiscales y jueces, y también manejó sicarios. Nada nuevo bajo el sol.

La raíz de la delincuencia es entonces la corrupción en el estado. Un problema enorme y complejo, pero no imposible de resolver. Salvando ciertas distancias, el algún momento muchos creyeron que también era imposible vencer al terrorismo y sin embargo lo derrotamos.

En democracia, la solución demanda primero un acuerdo político de acabar con la corrupción en el Estado, y después, sobre la base del acuerdo, diseñar una estrategia que ataque el problema desde la raíz, y ejecutar las políticas necesarias para plasmar la estrategia y ganar la guerra. Sin protección ni impunidad, el hampa será presa fácil, pero para construir el acuerdo, la estrategia y las políticas se necesita un liderazgo político claro y firme desde lo más alto del poder.

Este es el gran desafío que tendrá que afrontar quien resulte elegido presidente el 2016.

Libertad para los presos políticos en Venezuela esta Navidad

Por: Víctor Robles Sosa (@victorrobles)

Victor Robles Sosa
22 de diciembre del 2015

NOTICIAS RELACIONADAS >

Veto de novela

Columnas

Veto de novela

¿Hasta dónde llega hoy la influencia del antifujimorismo? Una tra...

01 de marzo
El 2% de Urresti

Columnas

El 2% de Urresti

El nacionalismo paga factura política por inseguridad e incapacidad ...

23 de febrero
La Alianza no hace “click”

Columnas

La Alianza no hace “click”

¿Por qué no levanta vuelo la candidatura de Alan García? Alan Ga...

16 de febrero

COMENTARIOS