Martin Santivañez

Decisión

Decisión
Martin Santivañez
12 de septiembre del 2017

Para evitar el resurgimiento del terrorismo

El terrorismo no ha muerto en el Perú. El terrorismo fue derrotado militarmente, pero la política de izquierdas sobre una falsa “memoria histórica” y la ausencia de un gran pacto nacional por la educación favorecen su resurgimiento. Pronto contará con muchos de sus más importantes cuadros en actividad, y la política del Estado contra el terrorismo no avanza por falta de recursos y unidad política. Los terroristas no pueden imaginar un mejor escenario para su refundación política, y su objetivo de poder es claro: lograr lo que la guerrilla colombiana ha logrado. Esto es, iniciar un camino electoral.

Los partidos democráticos deben oponerse firmemente al intento de legitimar electoralmente a Sendero Luminoso. El terrorismo no debe lograr su objetivo político de reconstrucción de la memoria histórica, porque mediante este ejercicio de “repensar” los noventa se esconde toda una estrategia de confusión peligrosísima para la subsistencia del Estado. No ayuda, por supuesto, el sector pseudoprogresista que abraza una especie de “meaculpismo” civil, facilitando la configuración de un caldo de cultivo en el que se borra o mediatiza la oscura historia del terror.

El Estado meaculpista se ahoga en una responsabilidad política inexistente. Por supuesto que los violadores de derechos humanos tienen que ir a la cárcel. Pero hay una distancia enorme entre la responsabilidad personal de los que cometieron delitos durante la época del terrorismo y la propaganda política que pretende convertir al Estado peruano de los ochenta y noventa en una maquinaria de destrucción masiva totalitarista y sin control. Esta falacia es posible de sostener porque la educación peruana ha sido infiltrada desde hace veinte años por una maquinaria progresista que se esfuerza de manera articulada en crear un sistema que facilite la implantación del ethos socio-liberal, una construcción que promueve el relativismo valorativo.

La promoción de este relativismo se extiende también a la historia. Una historia relativizada curva la realidad hasta el punto de equiparar a la banda terrorista Sendero Luminoso con el Estado peruano y sus defensores. La implantación de una política relativista es uno de los objetivos de la progresía en la educación peruana. La educación relativista está unida a la promoción de un modelo social distinto al de la mayor parte del país. De allí que la reescritura de la historia forma parte de una estrategia integral de penetración ideológica que aspira a construir paulatinamente un país con dos grandes polos enfrentados.

La política relativista, en este contexto, es intrínsecamente sectaria porque genera barreras artificiales que nos dividen como país. Cualquier construcción ideológica aplicada a la educación como forma de captura del Estado siembra sectarismo y polarización. El relativismo político, en nuestro país, tiene dos consecuencias prácticas: la división política y la reescritura de la historia. Estos dos males tienen que ser atajados de manera democrática, y para ello debe emplearse el derecho, la verdadera historia y los recursos del sistema nacional de inteligencia. Todo, sin embargo, nace de una sola premisa, hoy desgraciadamente ausente: “decisión”.

Martín Santiváñez Vivanco

Martin Santivañez
12 de septiembre del 2017

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