¿Debemos seguir obstruyendo el desarrollo del Perú?

Todo aquello que anhelamos debe ser financiado

A pocas horas de celebrar nuestro 195 aniversario de vida republicana, los peruanos debemos ser conscientes de que la mejor manera de rendir un homenaje a la Patria es hacer de esta una nación más integrada, más productiva y más competitiva, donde sus ciudadanos se sientan más orgullosos de ser parte de este gran proyecto llamado Perú. Un país logra una mayor presencia en el escenario internacional si sus recursos humanos están más capacitados. Y, al mismo tiempo, dicho nivel de capacitación les permite lograr mayores beneficios económicos que impacten favorablemente en su calidad de vida y proyecten al país como conjunto hacia el desarrollo continuo.

El gran desafío es lograrlo. En ese sentido, la historia es la gran consejera que nos ilustra de la mejor manera para evitar repetir los errores del pasado y proyectarnos sobre bases sólidas hacia el futuro. Como todos sabemos, tras la conflagración de la Segunda Guerra Mundial, las economías de la (por entonces) dividida Alemania y Japón quedaron a merced de los países victoriosos. No obstante, dos décadas después, Alemania y Japón resurgieron y volvieron a liderar la innovación y el desarrollo tecnológico, conquistando nuevos y crecientes mercados. Dicho crecimiento se basó en la inversión extranjera directa que realizaron los vencedores, así como en la recomposición de sus economías, lideradas adecuadamente por sus gobernantes.

En el Perú, recuperar el crecimiento significa facilitar el desenvolvimiento de la inversión privada, porque es esta la que proporciona los recursos que permiten al Estado financiar tanto sus gastos corrientes como realizar obras públicas. Sin la inyección de capitales aportados por todas las personas naturales y jurídicas, a través de los impuestos, la acción del Estado resultaría muy limitada y, por consiguiente, bajaría la calidad de los servicios que proporciona.

Los peruanos aún tenemos muchos desafíos por vencer. Quizás, el mayor de ellos sea el de la falta de comunicación para definir objetivos comunes entre muchos sectores. A veces nos resulta difícil comprender que todo aquello que anhelamos debe ser financiado; por lo tanto, debemos definir cuáles son nuestras principales ventajas comparativas y emplearlas como las palancas más eficientes para financiar el desarrollo de infraestructura que permita establecer sinergias entre las distintas actividades económicas.

Para que la economía vuelva a crecer a velocidad de crucero, tenemos que impulsar la inversión privada, porque esta retroalimenta la inversión pública para esta última genere más y mejores escuelas, centros de salud, carreteras, puertos, etc. Y, todo ello genera nuevos puestos de trabajo, reduciendo la pobreza.

¿Queremos un país creciente y en expansión en el menor plazo posible?

Negociemos, pero no le pongamos obstáculos a las inversiones. Por un lado, hay quienes dicen que debemos arrancar varios motores de crecimiento, y como ejemplo señalan al turismo. Al mismo tiempo, hay quienes dificultan la expansión del aeropuerto Jorge Chávez o la construcción del de Chinchero en el Cusco, o el avance de la construcción de la carretera Panamericana Sur. ¿Entonces, cómo lograremos expandir el turismo? Nadie promueve el despojo de los actuales propietarios o posesionarios de los terrenos, pero el bien mayor es el bien común y éste debe primar.

¿Cómo es que se establece el bien común? Mediante complejos estudios de costo/beneficio. En el caso de la minería formal, el Perú cuenta con proyectos cuyos estudios han establecido sus mayores beneficios para los pobladores locales, sus respectivos distritos, provincias, regiones y el país; y su impacto social será favorablemente multiplicado. Con estas consideraciones, ¿Es razonable seguir obstruyendo la potencial expansión de nuestra economía? Consideramos que no.

Guillermo Vidalón del Pino