Rocío Valverde

De vuelta a Lima

Lima tradicional, popular, pujante y nunca aburrida

De vuelta a Lima
Rocío Valverde
04 de diciembre del 2017

 

Pocos días me quedan para volver a llenarme de los aromas de limón y ají limo, pocas horas para volver a ver los balcones de Lima y los caballos de paso. La felicidad no me cabe en el cuerpo y las tripas ya me rugen de la emoción. Este viaje será especial pues llevo a una persona que nunca ha visto la ciudad en la que caminé y correteé durante mi niñez. Me estoy preparando incansablemente, releyendo la historia para poder enseñarle esta ciudad a través de mis ojos.

Lo primero será el aeropuerto, por supuesto. Mi familia nuclear estará allí para enseñarle que los peruanos somos personas cálidas y que aquí se les saluda a todos con un beso. Mi padre, fiel a su genio, estará apurado y nos meterá prisa para meternos al taxi y sacarnos del aeropuerto lo más rápido posible. Primera lección, los limeños siempre andan apurados.

Luego no me quedará otra opción que iniciarlo en el tráfico limeño. ¿Habrá empeorado? Esta será la segunda lección importantísima. Hay que armarse de paciencia y familiarizarse con el tráfico, los ajos y cebollas de algunos conductores, y no sorprenderse si alguno te mete el carro. No es peor que el tráfico de Londres en hora punta. Al menos en Lima no hay ciclistas suicidas.

Luego de una hora de tráfico, siendo muy optimista, llegará la recompensa. Un pollo a la brasa con su Inca Kola para el carnívoro de mi esposo y un delicioso pan con palta para mí. Con la pancita llena y el corazón contento nos iremos a recargar energías.

Al día siguiente tomaremos un autobús hasta la Iglesia de Santa Rosa y desde allí lo haré caminar hasta llegar a mis lugares favoritos: la Plaza de Armas, la Catedral de Lima, los balcones de Torre Tagle, la Iglesia de San Francisco con sus dos capillas, las Catacumbas y Chabuca Granda. Qué bonita es la Lima colonial. Allí mismo compraremos unos picarones, como manda la tradición limeña, y enmelada le contaré las historias que albergan estas construcciones desde Francisco Pizarro hasta la sarta de presidentes, gobernadores, encargados, militares y hasta curas que hemos tenido como jefes de Gobierno. Quiero que esta sea su primera impresión de nuestra hermosa Lima colonial, republicana, tradicional, popular, pujante y nunca aburrida.

En una nota aparte, ¿no sería increíble que haya pregones en el centro de Lima, como los descritos por Ricardo Palma en sus Tradiciones peruanas? Tuve una profesora de historia en el colegio, Miss Chelita, que nos hizo vestir de lecheras, picaroneras, tisaneras y melcocheras para revivir los pregones de antaño en el patio del colegio. Una experiencia inolvidable para una niña de doce años, que hizo que me interesara muchísimo más por la historia de nuestra ciudad.

Luego de deambular por horas por calles de Lima y de mi memoria, me imagino se nos habrá abierto el apetito. Sonará un coro de ángeles en mi cabeza y empezará la verdadera experiencia religiosa. Llegó la hora del banquete. Para esto hemos ido al gimnasio y jugado frontón todo el año ¡Tenemos cuatro kilos para negociar con los restaurantes de Lima! Un ceviche con su camotito al lado, un picante de mariscos, unos tequeños de cangrejo, una causa rellena de palta, un chifita con bambú, unas yucazas fritas con huancaína o unas papitas amarillas con queso. ¡Qué delicia! Pero tengo un problema, más bien estoy en una encrucijada. Mi esposo no come cebolla. El amor es ciego y esta es la prueba. ¿Cómo me he casado con esta anomalía de la naturaleza que no come cebolla?

Mi esposo lleva todo el año practicando dos frases que esperan lo salve. La amable “Sin cebolla por favor” y la achorada “Sin cebolla o no como”. ¿Pero cómo pides un ceviche sin cebolla? ¿Me pueden quitar el pasaporte por ello? Por suerte siempre le quedarán los anticuchos y la chicha morada.

Este debería ser nuestro primer día en Lima, la única ciudad con el cielo gris panza de burro. La siguiente semana planificaré la típica visita a las Brisas del Titicaca, la hacienda Mamacona, el Puente de los Suspiros, el barrio Chino, el parque Maria Reiche, las huacas, el puerto del Callao, el mercado de frutas y, por supuesto, la sanguchería El Chinito. ¿Qué otros puntos de Lima son imperdibles?

 

Rocío Valverde
04 de diciembre del 2017

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