¿De quién es la mano que mece la cuna?

Suceda lo que suceda hoy, la detención o no de Keiko Fujimori por órdenes del juez Richard Concepción Carhuancho, cada vez cobra mayor sentido que estamos ante el desarrollo de una estrategia bien montada y anticipada, que tiene como objetivo liquidar políticamente a Fuerza Popular (y a toda la oposición) a corto plazo. Y, hasta el momento, todo indica que se está cumpliendo de manera exitosa.

Esta no es una estrategia cualquiera, sino de una muy bien pensada, con puestas en escena incluidas y con características de guerra militar, psicológica y mediática; donde además un sector de medios y periodistas actúan según el libreto y la consigna. En todos los buenos manuales de guerra, la antipropaganda es un elemento crucial para quitarle “legitimidad” al enemigo.

En esta estrategia —y siempre con el apoyo de medios, periodistas y encuestas—, Fuerza Popular ha sido apabullado por un cascada de medias verdades, con el objetivo de desacreditarlo “moralmente”. Y ahora casi se ha convertido en un sentido común que el fuerzapopularismo no es un partido político, sino una organización criminal donde todo aquel que sea parte de sus filas es también un criminal.

¿Cuándo se habría diseñado esta estrategia? Al parecer, se concibió antes de la primera vuelta de las elecciones presidenciales pasadas; es decir durante el Gobierno de Humala, cuando el nadinismo desarrolló un alianza con un sector de medios y periodistas (a los que subsidiaba a través de publicidad estatal, sobre todo de algunos ministerios, como el de Educación) y cuando toda las alarmas indicaban que Keiko Fujimori ganaría. En estas circunstancias, cuando se veía la hegemonía del keikismo, se habría empezado a gestar la estrategia.

Al miedo de perder su capacidad de influencia en el Estado —sobre todo el Poder Ejecutivo, el Poder Judicial y la Fiscalía— y ante el repentino éxito de Keiko en las elecciones, la primera demostración de una componenda seria fue aquel invento, a una semana de la segunda vuelta que involucró en un delicado tema de narcotráfico a la misma Keiko y a la DEA. Ese golpe, decisivo para que Keiko pierda las elecciones, concluyó en una investigación sin absolutamente nada.

De allí en adelante todo parece sacado de un libreto que avanza, paso a paso, ante la impotencia naranja. Recordemos si no varios capítulos: la entrevista de PPK en la que revela el afán de dividir a la bancada naranja, el indulto a Alberto Fujimori con el apoyo de Kenji y la compra de congresistas, la fina y preparada investigación por presuntos nexos con el narcotráfico al congresista naranja Edwin Vega (que pasó a un segundo plano por los “mamanivideos”), la judicialización de los ataques a Fuerza Popular, los reveladores audios de jueces que solo involucran a Fuerza Popular, y la revisión de los antecedentes de cada congresista, incluyendo sus “faltas” con la Sunat.

Esta estrategia también debía tener un pie legal. Y ¡cómo no! el actor aquí podría ser una todopoderosa ONG con enorme capacidad de influencia tanto en la Fiscalía como en el Poder Judicial. No obstante, vale indicar que, en última instancia, es de absoluta responsabilidad de Keiko Fujimori y de sus principales dirigente no haber advertido esta estrategia y su éxito. Ahora solo falta saber quién es el organizador. O en todo caso, quienes son los hombres orquesta de toda esta estrategia. Porque también es verdad que no pudo ser un solo hombre; de lo contrario, estaríamos frente al Montesinos del siglo XXI.