De estadista del año, a la cárcel

Humala: estadista del 2014 según el Canadian Council for the Américas

No nos alegra la prisión preventiva del ex presidente Ollanta Humala y de su esposa Nadine Heredia. Si nos alegrara, estaríamos del lado de los odiadores, de los que creen ser el último bastión de la moral, dueños de la verdad y estandartes de la pureza. Si fuera así, estaríamos junto a los que ni olvidan ni perdonan, que no tienen misericordia y que hacen leña del árbol caído.

Pero las leyes se deben cumplir. Luego de la prisión preventiva, la cárcel final esperaría a la llamada “pareja presidencial”. Los crímenes y maldades deben ser castigados de manera ejemplar. No se puede seguir tolerando la impunidad. Los criminales de saco y corbata no pueden seguir burlándose del país; de los pobres y electores que depositaron su confianza en ellos.

“Prisión debe ser celebrada”, ha dicho Antauro Humala, hermano del ex presidente nacionalista. “La casa de los corruptos es la cárcel”, Duberlí Rodríguez, presidente del Poder Judicial, y "El dinero no ha sido producto de su trabajo", el fiscal que acusa al ex presidente y su esposa. Y las redes sociales siguen inundadas de toda clase de publicaciones cargadas de odio.

#QueSeVayanTodos, se repite a cada rato. Hartos de tantas ineficiencias, robos de presupuestos y obras mal hechas, sobrevaloradas y a medio hacer, abandonadas por las autoridades coimeadas. Y eso se paga. Merece castigo

Si se castigara la ineficiencia, se castigaría a medio Perú por complicidad. Las autoridades no caen del cielo. Son elegidas en elecciones. La gente los aplaude, trotan, como trotaron junto a Ollanta Humala durante las campañas electorales.

Hay una dosis de culpabilidad que la población y los llamados “garantes” deben asumir. “Humala es el mejor presidente que ha tenido el Perú”, dijo el novelista Mario Vargas Llosa en 2015. “Me gustaría que Nadine Heredia sea candidata en el 2021”, declaraba el escritor español, nacido en Perú. Con todo su brillo intelectual, ¿qué dirá ahora el laureado premio Nobel, como así le dicen? El odio, ya sabemos, aleja de la realidad. Idiotiza al genio.

Y qué dirán, también, esos empresarios del Canadian Council for the Americas, que en 2014 premiaron a Humala como el Estadista del Año. Los engatusaron. Los tentáculos de la izquierda latinoamericana les hicieron creer que Humala era el elegido de los dioses. Ese Foro de Sao Paulo, con Inácio Lula (con orden de prisión en Brasil) a la cabeza, el Partido de los Trabajadores y las constructoras brasileñas, se encargaron de levantar la imagen de su engreído zurdo. Toda una maquinaria pagada con esas obras sobrevaloradas, mal hechas y dejadas a medias.

Ollanta Humala —el hueco, vacío, estéril e irresponsable— ha pervertido más los programas sociales. Incentivó el clientelismo y paternalismo que no conducen a nada bueno, que dañan la dignidad de la gente. Ha hecho de la población dependiente de ayudas que no ayudan. Millones de soles que se gastan inútilmente para que la pobreza sea el gran negocio de proveedores y organizaciones no gubernamentales que saben dónde está la plata. Y según Humala, es su legado, “la niña de sus ojos” en medio de cegueras generalizadas de las mayorías que votaron por él.

La "parejita presidencial" deberá responder por sus crímenes, por el quinquenio perdido que no debería detenernos más. Vargas Llosa, junto a la izquierda mafiosa, tendrá argumentos falaces para disculpar a sus criminales. Ni pío sobre la refinería de Talara que costará más de US$ 4,000 millones por nada. Ese es otro de los perniciosos legados de Humala.

Manuel Gago