Carlos Sotomayor

¿De “Cambio 90” a “Cambio 2016”?

¿De “Cambio 90” a “Cambio 2016”?
Carlos Sotomayor
07 de octubre del 2015

Sobre el supuesto viraje al centro del fujimorismo y una coda a la “TV basura”

NARANJA CAMALEÓNICO. Decir que el trabajo de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR) ha sido positivo para el país solo puede entenderse como un intento camaleónico en vísperas de unas próximas elecciones presidenciales. Keiko Fujimori –la hija del ex presidente y hoy reo Alberto Fujimori– buscaría menguar el elevado porcentaje de antivoto mediante un giro hacia el centro.

Toda persona tiene derecho a cambiar de parecer. Entonces, ¿por qué no creer en la sinceridad de la hija de Fujimori? En primer lugar, porque la mentira y el cinismo están muy enraizados en el fujimorismo, casi desde su origen. Son parte de su ADN ideológico, por así decirlo. ¿Recuerdan –algunos no querrán hacerlo, sin duda– cuando en vísperas a la segunda vuelta de las elecciones de 1990, Fujimori prometió, en contraposición a la postura del Fredemo, que no realizaría un “Shock” económico? ¿Y recuerdan lo que ocurrió una vez que el electorado peruano le otorgó la banda presidencial?

En segundo lugar, porque un real viraje de Keiko Fujimori tendría que acompañarse de una serie de medidas: la expulsión de aquellos personajes, léase Martha Chávez, Luz Salgado, entre otros, que representan precisamente el lado más despreciable del fujimorismo. Escenario poco probable, claro.

Entre las reacciones a las declaraciones de la heredera política del fujimorismo, la exalcaldesa Susana Villarán soltó declaraciones poco felices en la forma, quizás. Llamó a Keiko y a los miembros del fujimorismo como “reptiles”. No sólo a ella. Resulta descabellado plantearlo como una diatriba en detrimento de la imagen de la mujer, como algunos analistas quieren dar a entender.

TV BASURA. El término “Televisión basura” molesta a muchos productores. No entiendo la razón. Creo que no pasa lo mismo con los gerentes de los restaurantes de comida rápida cuando se señala que venden “comida chatarra”. Finalmente cada uno consume lo que quiere, aunque dañe su salud física o mental, en el caso de la TV.

Un programa como Amor, amor, amor no merece otro calificativo más que el de TV basura. Sus conductores hacen los méritos necesarios. Adictos al escándalo, carroñeros de los defectos o errores ajenos. Y cuando no los encuentran, la opción a la mano es dejarlos sugeridos. La hija de los actores Ivonne Frayssinet y Marcelo Oxenford, Lucía Oxenford, chocó su auto como cualquier mortal que transita en una ciudad caótica como Lima. Reporteros del inefable programa aparecieron para “cubrir la información” y el conductor del referido espacio dejó entrever, al aire, la posibilidad de que Oxenford hubiera estado ebria o drogada. ¿La razón? La manera de hablar, aletargada, de la joven. Una rápida deducción, elemental, como diría Holmes, repararía en la hora, más de las dos de la madrugada, para echar por tierra aquel argumento. Días posteriores, el Ministerio del Interior daría a conocer los resultados del dosaje etílico: negativo. Así está nuestra TV, enferma de “farándulismo”.

Por: Carlos M. Sotomayor

Carlos Sotomayor
07 de octubre del 2015

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