David y Goliat

Sobre el incidente del congresista Otárola con un taxista y el abuso del poder.

El maltrato, en todas sus variantes, se repite a cada instante. Las mismas historias alimentando resentimiento y afanes de venganza. El patrón emprendedor que, teniendo el jornal del día en su bolsillo, le hace volver a su empleado cuantas veces pueda reclamando su paga, suplicando hasta empequeñecerse, para gozo del malvado amo. Acostumbrados a esta práctica, ofenden en Gamarra, en todos los mercados y pequeños negocios, en obras de construcción civil y entre jornaleros de tantos “services” de exitosos gnomos. El maltrato convertido en instrumento de superioridad.

¿Qué ha hecho el gobierno nacionalista de Ollanta Humala para revertir tantas diferencias y malas prácticas? Si durante la dictadura de Velasco se incubaron ciertos prejuicios nacionales – como “el rico ya no comerá de tu pobreza” – hoy, un crecimiento económico se construye con una variante moderna de sometimientos, abusos e indolencias. El 70% de informalidad nacional dice mucho. Patrones como el narcotráfico, minería ilegal, contrabando, lavado de activos, comercio e industria clandestina, son los primeros empleadores aplastando brutalmente a sus subalternos.

Daniel Urresti, como ministro del Interior, se tomaba la licencia de carajear públicamente a altos oficiales de la Policía Nacional. En el último Consejo Descentralizado, realizado en la ciudad de Puno, Ollanta Humala – con aires de poderoso patrón frente a sus serviles – corregía de manera grosera a un funcionario. “!Ustedes los técnicos que no saben expresarse!”, dijo, ridiculizando al expositor. Un país dirigido por caporales, elegidos por una masa que cree que los militares deberían controlar la inseguridad ciudadana, un subconsciente colectivo que todavía cree que una bota militar debe controlar los destinos nacionales. Recuerden al congresista Johnny Cárdenas esperando que Nadine le ordene ir a la reelección.

¿Qué ejemplo deja el congresista Fredy Otárola disputándose la razón con un taxista? ¿Cree que “llegar hasta el final” del embrollo le hace bien al país que se quiere construir? ¿Cuál será la moraleja de la historia?

La calle sabe cómo acaban los pleitos entre conductores transformados en energúmenos frente al volante. Y no sólo taxistas, microbuseros y camioneros, sino además clasemedieros insolentes y “bien vestidos” alegando ser “bien nacidos”, ganándole la moral a los más pequeños de la sociedad, sin percatarse de sus responsabilidades frente a quienes tienen menos oportunidades. Envidias y furias contenidas, enfrentados a muerte hasta por págame la reparación del parachoques.

En mis tiempos de colegio las broncas eran de igual a igual, siempre con un justiciero cuando las trompadas eran abusivas. La justicia de los inocentes debía ser al mismo ras, en terreno parejo, del mismo peso y talla.

Fredy Otárola es congresista, fue ministro, es portátil de Nadine, conoce a los ministros y generales de la Policía. ¡Ya pues, no joroben, la mesa no está pareja! Si cree que por chocar con un taxista con toneladas de papeletas se exime de culpabilidades, se equivoca; como se equivocan quienes creen que el culpable de todo es quien no muestra SOAT, Revisión Técnica, licencia de conducir y/o tarjeta de propiedad. La justicia nacional empollando tecnicismos, desnaturalizando la verdad. Eres inocente pero vas preso porque hay miles de normas insalvables. La justicia del lado de quien sabe como manejarla.

No se confundan, Otárola no es David. Es Goliat frente a una poderosa, aunque pequeña ciudadanía, que ya lo vio demostrado inútilmente un poder, además de barro, efímero.

Por Manuel Gago Medina

29 – Jun – 2015