¡Cuidado, señora Fujimori!

Sobre el presunto intento de jubilar a algunos congresistas fujimoristas

Keiko Fujimori parece estar a punto de cometer un grave error que, eventualmente, podría costarle la elección presidencial en la segunda vuelta. Al parecer está convencida de que, para proyectar una imagen renovada del fujimorismo, tiene que jubilar a congresistas emblemáticos, como Luisa María Cuculiza, Luz Salgado, Martha Chávez y otros. La pregunta que surge es ¿cree que con esa decisión cosechará votos de las filas cercanas al antifujimorismo?

En primer lugar, la candidata fujimorista debe tener presente que es probable que sea elegida presidenta el 2016 y esta probabilidad la obliga a proyectarse y a entender que, aun teniendo mayoría parlamentaria, heredará de Ollanta Humala problemas tan graves que, para poder gobernar, tendrá que construir acuerdos con la oposición en el Congreso de la República, y que para ello necesitará de una bancada parlamentaria cuajada y experimentada.

Tampoco debiera olvidar que los congresistas que hoy son vetados por quienes jamás se reconciliarán con el fujimorismo, ni menos votarán por su lideresa, son los mismos que le dieron gobernabilidad al país en los momentos difíciles de los últimos tres lustros, en aras de la estabilidad democrática. A Alejandro Toledo, por ejemplo, lo dejaron que terminara su gobierno pese a que merecía largamente ser vacado.

Ese comportamiento democrático ha sido determinante para que hoy los ciudadanos hagan oídos sordos cuando el antifujimorismo acusa a Fuerza Popular de ser un partido autoritario y antidemocrático. Este es tal vez uno de los mayores capitales políticos de FP y una de las razones que explica el fuerte apoyo ciudadano que tiene actualmente.

Otra razón que explica la fortaleza electoral de la señora Fujimori es que los ciudadanos la identifican como la líder de la oposición al gobierno de los Humala-Heredia. Un hecho objetivo lo corrobora: el crecimiento de la candidata de FP es proporcional al deterioro del régimen nacionalista. Cada vez que Humala o su esposa atacan a Keiko Fujimori, ésta crece y su candidatura se fortalece más.

Y si la idea que subyace tras la jubilación forzada de los congresistas es “tomar distancia de los albertistas”, el cálculo político es pésimo, pues es muy probable que muchos peruanos votarán por FP convencidos de que su candidata derrotará a la delincuencia porque su padre venció al terrorismo, es decir porque la asocian con su padre.

Los dirigentes de FP se equivocan si creen que la campaña electoral seguirá como hasta ahora, entre tibia y caliente, porque en la segunda vuelta el rival de Keiko Fujimori recurrirá a todas las armas del arsenal antifujimorista para ganar. Y en ese momento ella necesitará más que nunca de voceros experimentados para dar la batalla decisiva. ¿A quién escucharán con más atención y credibilidad las mayorías populares que deciden la elección, a la señora Cuculiza, lideresa popular nata, o al acartonado y vulnerable señor Becerril? ¿Al elocuente pero desbocado señor Spadaro o a la ponderada pero aguerrida y también popular señora Luz Salgado?

En las elecciones del 2006, Lourdes Flores le hizo caso a los mismos que hoy le piden a Keiko Fujimori la cabeza de los “albertistas”, y dejó fuera de la carrera electoral a Rafael Rey y a José Barba Caballero. Este grave error le costó la derrota: sus contendores la demolieron en la campaña porque no tuvo quien la defienda con la capacidad política de Rey y Barba.

Veremos si esta historia se repite en el 2016.

Por: Víctor Robles Sosa