Raúl Mendoza Cánepa

Cuidado con las encuestas

Cuidado con las encuestas
Raúl Mendoza Cánepa
02 de marzo del 2016

Influencias en la decisión de los ciudadanos

Las encuestas son un termómetro inútil al inicio pero a la vez pueden ser perniciosas al final. Muchos creen que rebasar el 15% en ellas los torna  intocables tanto que el respaldo se convierte en una fuerza de presión que influye en las decisiones de los ciudadanos y en ocasiones de los jueces.

Recientemente la crecida de Julio Guzmán en las encuestas fue un factor de notoriedad que le dio  peso ante las autoridades, pero también mucha prensa y propaganda gratis (sin contar con la publicidad que le obsequió el JNE durante varios días). Las encuestas ayudan a que la gente hable del candidato y lo validen. Un mal candidato, incluso, como Acuña, estuvo cerca de correr a las finales alentado por el efecto “bola de nieve” de las encuestas. Tendencia arriba hubiera podido ser el gobernante del 2016. Plagios de por medio las aguas tornaron a su cauce pero, ¿dónde queda la responsabilidad de las encuestas en este juego irreal y engañoso de poder?

Es que, en efecto,  las encuestas generan un poder y una influencia tal que condiciona la decisión de los electores que prefieren jugar a ganador a perder su voto sin importar la calidad del candidato. Si Acuña fuera “bolo fijo” hoy para la segunda y PPK baja a un dígito o Barnechea no sube, muchos electores voltearán los ojos a Acuña y le restarán a PPK y Barnechea, candidatos con mayor experiencia y conocimientos que el primero. Dudo que en el Perú el voto sea principista. Las encuestas convierten la elección política en un simple juego de apuestas dejando de ser lo que debe ser: una competencia de ideas.

De otro lado, las encuestas (especialmente las iniciales) desvían la atención de los ciudadanos centrándose en los candidatos y sus características superficiales marginando las propuestas. Si esa es la dinámica del juego electoral la democracia se envilece ¿Por qué no empiezan las encuestas preguntando sobre las necesidades de la gente o lo que se debe hacerse en materia de política social? ¿Por qué no las encuestas no miden la importancia de las leyes en la vida de la gente? ¿Por qué no se centran en sondear la ideología de los peruanos y sus preferencias temáticas?

Ni siquiera se entiende para qué sirven cuando anticipan preferencias electorales desde enero o, incluso, desde el año anterior y con el panorama incompleto. El espectro de preferencias en enero y febrero, valga decir, fue radicalmente distinto al del día de la elección en el 2011. Nadie apostaba por Humala y ganó. En las encuestas iniciales el nacionalista estaba lejos del primer lugar. Eran Castañeda y Toledo los que prometían, mientras PPK, al final tercero, cerraba apenas en un solitario dígito. Todo cambió (y no sabemos cuánto) por el santo y seña de las encuestas: oráculo y revelación con enorme influjo sobre el elector. Cuando Toledo y Castañeda caían, los votantes empezaron a migrar al candidato que empezaba a subir. Migrar es una forma de salvar el voto individual ¿Cuánto influyeron las encuestas en esta migración?

Que la democracia sea desde el 2021 una genuina fiesta de ideas y no sea más una larga y azarosa jornada en el hipódromo.

Raúl Mendoza Cánepa

 
Raúl Mendoza Cánepa
02 de marzo del 2016

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