Heriberto Bustos

¿Cuán distanciados y desarmados estamos?

Ausencia del Estado es caldo de cultivo para el radicalismo

¿Cuán distanciados y desarmados estamos?
Heriberto Bustos
02 de julio del 2018

 

El presidente del Consejo de Ministros, César Villanueva Arévalo, consciente de la lejanía que existe entre el Estado y muchos lugares del país —del abandono de territorios al narcotráfico, la ilegalidad y el terrorismo—, así como de la pérdida de confianza en las autoridades por la población, ha manifestado —en su presentación ante el Congreso de la República— la necesidad de recuperar el optimismo y la confianza de la población en los políticos y autoridades.

Para ello ha propuesto “construir un Estado descentralizado capaz de llevar servicios básicos y oportunidades de desarrollo a cada lugar… precisando que solo será posible si asumimos una lucha frontal contra la corrupción en todos los niveles de Gobierno. Necesitamos que el Estado, las comunidades y la actividad formal recuperen los territorios que hemos abandonado… solo así será posible ganarle la batalla a las actividades ilícitas y recuperar el optimismo y la confianza de los peruanos en sus políticos y en sus autoridades”. Suficientemente claro, expresando algunas particularidades de la coyuntura política actual y convocando a un trabajo conjunto con la población organizada.

No obstante, como si estuviéramos en un escenario de “sordos”, diversas acciones de protesta han emergido emergen con fuerza, negando espacios y voluntades para una mejor cohesión social. Se inició una huelga de un grupo de docentes orientados por dirigentes que tienen claridad de que su lucha está alejada de las reivindicaciones de los maestros, y más bien pretenden generar condiciones para incrementar los niveles de desgobierno en los distintos escenarios de administración en el país.

En ese camino, tenemos también otros sectores como los de salud, a los campesinos productores de hoja de coca de tres zonas cocaleras —Yanatile Calca, Valle de Kosñipata y los valles de La Convención-Cusco—, exigiendo solución a sus demandas de incremento del precio de la arroba de la coca y la cuarta marcha contra el gasolinazo y por el cierre del Congreso. Los transportistas de Lima y Callao también piden la palabra y hay muchos otros “haciendo cola”.

Si a esto le sumamos la infiltración de activistas de Sendero Luminoso en las movilizaciones, los ataques terroristas de los últimos días en el VRAEM y las intenciones que hay tras ello, entenderemos que la distancia entre el Estado y sectores importantes de la población se está convirtiendo en “caldo de cultivo” para que ideas radicales se acrecienten. La tarea es revertir esa distancia, atendiendo desde el Estado, las necesidades de la población, a la vez de utilizar nuevas estrategias de acercamiento y capacidades de convencimiento, así como la suficiente inteligencia y fuerza para “separar el grano de la paja”, identificando y actuando oportunamente contra la subversión.

En esa dirección, la polarización y el autoritarismo son ajenos a la defensa y acrecentamiento de la democracia.

 

Heriberto Bustos
02 de julio del 2018

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