Paul Neira

¿Cuál es el propósito de nuestro sistema educativo?

¿Cuál es el propósito de nuestro sistema educativo?
Paul Neira
17 de febrero del 2017

Sobre ciertas decisiones pedagógicas y sus implicancias

Hace un par de semanas argumentábamos sobre cuál era la visión de nuestro sistema educativo Ahora miremos los propósitos de ese sistema. Y en esa línea de reflexión —y siendo, en un sentido, reduccionista— podemos plantear que hay, en competencia, dos propósitos del sistema educativo. El primero lo vamos a llamar industrial, y el otro es el creador-innovador.

El industrial lo caracterizamos con la frase “siempre elegante, siempre a la moda, aunque pasen los años”, mientras que el segundo será “abraza lo desconocido, pero prepáralos para manejarse con creatividad innovadora”. Ambos propósitos tienen consecuencias directas en todos los ámbitos de la vida de las personas y, por tanto, del país. Entonces ¿cómo estamos en cuanto país? Simple: como equipo de fútbol peruano que participa en competencias internacionales, goleados y en tono Polystel.

 

Pero, que está realmente en juego

Lo que está en la mesa es si vamos a aceptar alegremente que en los albores del siglo XXI estemos introduciendo ingentes volúmenes de recursos para corregir y fortalecer un sistema educativo más parecido a una línea de producción industrial y que bota de las aulas a sus estudiantes. Damos forma así a millones de estudiantes peruanos que son ya las nuevas generaciones de ciudadanos y líderes peruanos que van a enfrentar el brave new world del siglo XXI.

Estamos reviviendo el absurdo experimento decimonónico educativo de ingeniería social, que tenía como mantra que con impulsos, colocación de recursos y castigos adecuados se puede obtener una “sociedad-que-funcione”. De esta forma nos asegurábamos de tener mentes amobladas con el set de “conocimientos oficiales” para que todo fluya, sin importar si estos conocimientos eran útiles o no.

Para muestra un botón. Producto de esa terquedad monumental, todos juntos hemos llevado al altar del sacrificio a la educación secundaria, como modelo en nuestro país. Déjenme que me explique. La secundaria en el Perú responde a un modelo avant garde de los años cincuenta. La aplicación de este modelo lo único que ha hecho es agrandar el abisal descalce entre lo que los estudiantes saben al terminar la secundaria y lo que necesitan saber para enfrentar la vida y sus trabajos como adultos. El modelo de los cincuenta funcionó obviamente en esa época. Ahora ya no funciona, por lo menos para la abrumadora mayoría de peruanos que van a las aulas de secundaria en nuestro país.

A contracara, debemos construir un modelo de sistema que empuje claramente la creatividad, la generación de escenarios alternos, en los que les demos a los estudiantes la libertad para ser innovadores, para cambiar con su fuerza las bases de nuestro país, lo que tanto necesitamos. Para lograr eso no basta solamente con hacer regresiones estadísticas, sino además enviar señales al sistema de que confiamos, de que damos libertad a nuestros directores, líderes educativos, equipos de trabajo y docentes para que reinventen en el salón de clases de nuestro futuro. Y respecto de estos, no debemos tragarnos tan fácilmente esa idea de que nuestros profesores no son capaces, porque es una mentira gigante. Además de indigna para una profesión tan, pero tan fundacional de un país.

Quizá finalmente, a simple vista, las consecuencias de no responder ni tener clara esta pregunta no se sienta. El problema es que de no corregir hoy este tema vamos a ver los resultados en el año 2027, cuando el grupo de estudiantes que este año entra a inicial salga del sistema sin las armas para el gran cambio que todos queremos. Exijamos en cada colegio de nuestro vasto país que en las aulas de nuestros hijos se opte por la creatividad innovadora, antes que el otro propósito.

Nota final: La libertad y la democracia serán posibilidades reales para todos en nuestras tierras cuando comprendamos que sin un sistema educativo inclusivo, innovador, respetuoso, comprometido y humano el futuro no va a ser bueno para el país.

Por Paul Neira
Paul Neira
17 de febrero del 2017

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