Crece la rebelión campesina

Reflexiones sobre la ausencia del estado y de liderazgos políticos

El movimiento campesino en la historia peruana fue germen de la protesta social  a través del bandolerismo, rebeliones, invasiones de tierras, sindicalismo. Esto sigue hoy representado por conflictos campesinos desarticulados, presentes en diferentes partes del país que, poco a poco, están transformándose en rebelión gigante contra el Estado y el sistema democrático.

Se movilizan los agricultores del VRAEM compuesto por 57 distritos agrarios ubicados en 4 regiones (Cusco, Ayacucho, Junín, Huancavelica), que a través de los chasquis del VRAEM (jóvenes agricultores) trabajan febrilmente para constituirse en una nueva región.

Los campesinos de La Convención, Paucartambo, desde el 5 de octubre han anunciado que paralizarán Machu Picchu. Los comuneros de Cotabambas y Grau, en Apurímac, con una plataforma ambientalista, se enfrentaron violentamente al gobierno y a la empresa minera (4 muertos, decenas de heridos entre policías y campesinos). Los comuneros difunden sus demandas violentamente por la indiferencia gubernamental.

Existen organizaciones como Tierra y Libertad, agrupada ahora en la alianza política Frente Amplio, que se aprovechan de la situación. Tierra y Libertad  impulsa conflictos sociales contra la minería y logra de esta forma conseguir dinero de financistas internacionales. Gestiona las reivindicaciones populares y campesinas  como una moderna empresa lobista.

Las demandas campesinas y populares se convierten en pingües negocios y medio de vida para sus gestores. El caso de los llamados “lentejeros” del Valle del Tambo, que le pidieron 500 mil dólares a la Southern Copper Corporation, es  la demostración de lo que sucede con la manipulación de las demandas agrarias.

Las luchas campesinas son auténticas y no son atendidas por los gobiernos locales ni por los gobiernos regionales, ausentes en la solución de los conflictos en la mayor parte de casos. Por ejemplo, en el paro agrario cusqueño el gobierno regional no existe, no cumple ningún papel.

Para evitar que los conflictos sociales se conviertan en negocios de falsos revolucionarios primero debemos desenmascarar a personajes como el ex cura Marco Arana, que abandona los evangelios por el credo ambientalista de las ONG europeas. Arana soberbiamente anunció “Las bambas va”. Su palabra es la ley.

Las ONG son financiadas por grupos que buscan que la inversión minera no llegue al Perú, para orientarla a otros países que compiten con el nuestro, como Canadá, Australia y Chile. Por eso la oposición “radical” a Conga y Tía María.

La izquierda democrática debe deslindar responsabilidades históricas con estos personajes y sus alucinantes tesis que solo ofrecen atraso y pobreza a los peruanos. Las demandas campesinas y populares no pueden seguir siendo canalizadas por aventureros e intereses económicos subalternos.

Los partidos políticos han abandonado al pueblo, sólo están presentes en épocas electorales. Se rasgan las vestiduras ante las protestas y traicionan la democracia al pedir votos y no defender a los campesinos que les entregan su confianza. El estado por su parte está ausente en casi todo el país.

Los pueblos campesinos están cansados de actas, mesas de diálogo, visitas de ministros incompetentes. No creen en nadie. Por ello utilizan la violencia para anunciar su existencia y anhelos.

La democracia se ha convertido en vil negocio y los partidos políticos tienen responsabilidad en que esta sea percibida como una farsa por el campesinado. El Perú está ad portas de la insurgencia organizada de la mayoría silenciosa que trabajan y luchan para vivir en un país mejor.

Por: Tino Santander Joo