Dante Bobadilla

Corruptos y mentirosos

No hay forma de combatir a la corrupción desde el Estado

Corruptos y mentirosos
Dante Bobadilla
12 de julio del 2018

 

Julio nos adelantó el circo de luchadores anticorrupción. Una vez más salieron a las calles los indignados, con su corso de lavadores de bandera, mimos y otros payasos del progresismo. Los mismos que marcharon con Toledo, votaron por Ollanta y Nadine, ratificaron a Villarán y se inmolaron por PPK. Los que defendieron a los magistrados del TC que fraguaron una sentencia, y luego levantaron la voz cuando el Congreso cuestionó a una Fiscalía renga y sospechosa. Ahora estos quieren darnos lecciones de moral política, una vez más. No tienen vergüenza en la cara.

Ya no sé si me molestan más los corruptos o los aprovechados que posan como indignados para proteger a sus propios corruptos. Han venido engañando a la población con el cuento de que la corrupción es un invento del fujimorismo, que nació en los noventa, que se sustenta en la Constitución de 1993 y en el modelo neoliberal. Este relato ha sido la mejor herramienta para camuflar a la corrupción del nuevo milenio, la del socialismo del siglo XXI, la de los caviares trepados al poder como asesores, la mafia progre que vive del festín de las consultorías y la de los medios que chupan el presupuesto público sin descaro. Esta es la corrupción institucionalizada de nuestros días que nadie quiere tocar. Se conforman con chuponear a un juez mediocre que seguro les resulta incómodo. ¿A alguien le sorprende saber que hay jueces corruptos? Ya pues…

Utilizar a la corrupción ocasional descubierta mediante un chuponeo, tras un largo trabajo de selección de piezas utilizables políticamente, para moverle el piso a los enemigos de clase, por así decirlo, es tan vil como la propia corrupción. Diría que esto ya es otra modalidad de corrupción desplegada de tiempo en tiempo en la escena política y mediática, siempre de la misma fuente, aunque venga muy bien disfrazada de indignación y lucha contra la corrupción. No se puede luchar contra la corrupción cortando algunas cabezas y dejando intacto el sistema. Esto solo sirve para deshacerse de ciertos enemigos y copar el sistema corrupto con amigos. Y esto es lo que viene pasando en el Perú hace tiempo, incluso apelando a reformas que solo cambian mocos por babas.

Que sea la izquierda la que está levantando la bandera de la lucha contra la corrupción es tan ridículo como ver un gato cuidando la despensa. Si hay algo de lo que carece la izquierda es de moral. Y luego viene todo lo demás. Para la izquierda todo tiene un fin político, todo está supeditado a sus fines, empezando por la verdad. Por eso no hay peor prensa que la de izquierda. Por eso votan por un lobista, un militar mediocre o un borracho mitómano. Nada les importa. Yo no le creo nada a la izquierda. A ellos no les interesa ni siquiera la corrupción. Solo quieren usarla a su favor.

La corrupción tiene raíces culturales. Es realmente estúpido creer que se le combatirá creando organismos públicos especializados. No hay forma de que se pueda combatir la corrupción desde el Estado. El Estado es la corrupción institucionalizada porque otorga poder y presupuesto público a cualquier hijo de vecino. He escuchado frases que describen perfectamente al pensamiento del peruano promedio: “No se elige al mejor sino al que sirva mejor”. ¿No es acaso eso lo que hace la izquierda al votar? En eso consiste la mediocridad nacional. Nadie valora los méritos del otro sino su utilidad para uno mismo.

La única manera de protegernos de la corrupción y reducir la plaga de corruptos es quitándoles el poder a los burócratas y reduciendo el Estado a su mínima expresión. Eso significa, por ejemplo, eliminar tantísimas licencias inútiles y organismos decorativos. Mientras sigamos idolatrando al Estado, creando más impuestos, regulaciones, dependencias y ampliando presupuestos, lo único que hacemos es alimentar a los corruptos y hundirnos más. Los ciudadanos estaremos cada vez más sometidos a la corrupción mientras todo funciona peor. A más Estado, más corrupción. Así de simple es la ecuación. Lo demás es cuento.

 

Dante Bobadilla
12 de julio del 2018

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