Iván Arenas

Corrupto bueno, corrupto malo; golpista bueno, golpista malo

Un sector del periodismo ha convertido su oficio en militancia política

Corrupto bueno, corrupto malo; golpista bueno, golpista malo
Iván Arenas
01 de agosto del 2018

 

Vaya usted a saber, estimado lector, qué novedades más vendrán con el invierno. Por ahora PPK, ciudadano americano —por si acaso—, intenta marcharse a Estados Unidos aduciendo una cita médica; Alejandro Toledo y Eliane disfrutan del verano boreal en las playas de Miami; Villarán es investigada por la Fiscalía de manera oficial por el millonario financiamiento (de parte de brasileños corruptos) a la campaña del “No”, y ni Humala ni Heredia pueden —hasta el sol de hoy— justificar su desbalance patrimonial. Pasa todo eso, pero ¡no hay marchas! La indignación es selectiva, ¿o no?

Ojo, no es que los pecados y errores de uno hagan santo al otro. Nada de eso. Si Fuerza Popular (léase Becerril) ha intentado influir, copar o manejar el sistema de justicia —el CNM— pues que caiga todo el peso contra ellos. Pero ¿acaso Nadine Heredia no escribió en sus agendas que “el juez se puede escoger”? ¿Acaso no existen sospechas de que el ex fiscal Pablo Sánchez era “amigo” de ese sector denominado “caviar”? ¿Acaso Hamilton Castro no ha llevado a paso lento el caso Lava Jato, a razón de no se sabe qué, y es acusado de encubrir a Susy Villarán?

Sin embargo, ¡oh, cosa curiosa!, en los últimos días solo se nos han revelado los audios de los adversarios de Toledo, Humala, Villarán y PPK. ¿Por qué si —como decíamos arriba— otros intentaron –o lograron— influir en el sistema de justicia? ¿Creen ustedes que no hay audios de los amigos de Toledo, Humala, PPK o Villarán presionando a jueces y fiscales?

Lo que quiero precisar es que —todo los indica— para cierto sector existen corruptos buenos y corruptos malos. Los buenos son los míos, los malos son los de la acera de enfrente. En sentido, también existen golpistas buenos y golpistas malos. Vero Mendoza, quién ha intentado ocupar un lugar prominente en el tsunami de la indignación ciudadana, presenta la idea de una disolución del Congreso. Por ese mismo lugar, el ministro de Justicia, Zeballos dirige sus dardos y se allana al pedido de la Vero. ¿Qué les pasa? ¿Son los golpistas buenos?

Aquí habría que detenerse, mirar y tomar un respiro. Algunos medios y periodistas, que están en el primer tiempo de una cruzada contra el Congreso por el asunto de la Ley Mulder, dejan de manera irresponsable que todo fluya con tal de pegar a la mayoría que aprobó la referida ley. Un sector del periodismo ha convertido su oficio en militancia política y se juega al todo vale con tal de destruir al Congreso, donde reside, ¡cosa curiosa!, la soberanía nacional.

Todo está confuso, todo se relativiza. Ciertos corruptos tienen licencia y se han convertido en “buenos corruptos”. Y el golpista —con tal de bajarse al Congreso de las Ponce, Tucto y compañía— no es un simple golpista, sino un golpista indignado y bueno, cuya voz encuentra eco en algunos medios y redacciones. ¡Cuidado! Se pueden abrir las puertas hacia lo desconocido y no cerrarse jamás.

 

Iván Arenas
01 de agosto del 2018

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