Jorge Morelli

Copiemos bien a Francia

Copiemos bien a Francia
Jorge Morelli
29 de octubre del 2014

Sobre el equilibrio de poderes y el Consejo Nacional de la Magistratura

Fracasan nuestras reformas de la justicia. Despojamos a la Corte Suprema para crear el Ministerio Público, el Consejo de la Magistratura y el Tribunal Constitucional en la creencia de que así se derrotaría a la corrupción y la politización.

Y el resultado ha sido también la politización y la corrupción de estas instituciones, que las virtudes individuales de algunos de sus magistrados no pueden contrapesar.

Los fracasos no van a cesar hasta que restablezcamos el equilibrio de poderes.

A lo largo de siglos hemos copiado a Francia sus instituciones políticas. Terminemos de copiar bien. Francia recuperó el equilibrio de poderes en 1958, cuando pidió a Charles De Gaulle que rescatara a la nación que se había vuelto ingobernable bajo el sistema sin equilibrio de poderes de la Cuarta República. De Gaulle ya lo había advertido en 1946, en su famoso discurso de Bayeux. Doce años le tomó a Francia reaccionar y llamarle. De Gaulle fundó entonces la Quinta República, que restauró el equilibrio de poderes con que se gobierna Francia hasta hoy.

El equilibrio de poderes supone que cada poder del Estado esté sometido a los otros dos. El poder Ejecutivo realiza el control político del Legislativo (con exceso incluso entre nosotros, desde que la insistencia en las leyes observadas se aprueba con la mitad de los votos de la única cámara mientras el resto del continente, sin excepción, pide dos tercios de los votos de cada cámara).

Del mismo modo, el Legislativo se halla sometido al control del sistema de justicia, vía el control constitucional difuso del juez y el concentrado del Tribunal Constitucional, que permiten derogar la ley que viole un derecho fundamental.

Desde el momento, sin embargo, en que se eliminó entre nosotros el tercer lado del triángulo en equilibrio, el nombramiento de jueces y fiscales supremos por el poder Ejecutivo, el sistema de justicia quedó sin control de los demás poderes.

Nombrar a jueces y fiscales por el Consejo Nacional de la Magistratura es una improvisación de la que se echó mano en la creencia ilusa de que serviría para acabar con la corrupción y la politización de la justicia. No ha sido así e, inevitablemente, el suyo se convirtió en un poder absoluto y, como es sabido, el poder absoluto corrompe absolutamente. Reinventamos así el absolutismo en pleno siglo XXI, precisamente aquello contra lo cual nació la democracia moderna.

La democracia de baja gobernabilidad es el castigo. Necesitamos restablecer el equilibrio de poderes o seguiremos en esta trampa indefinidamente.

Por Jorge Morelli 
(29 - oct - 2014)

Jorge Morelli
29 de octubre del 2014

NOTICIAS RELACIONADAS >

El Perú da el ejemplo

Columnas

El Perú da el ejemplo

Vamos, es hora de avanzar. La primera presidente del Perú ha da...

21 de diciembre
Fallido clon de Evo

Columnas

Fallido clon de Evo

El autogolpe de Castillo del 7 de diciembre fracasó por una fal...

14 de diciembre
Cómplices en la hermosa mentira

Columnas

Cómplices en la hermosa mentira

Como hace 30 años, en 1992, el proyecto de ley del Presupuesto ...

30 de noviembre

COMENTARIOS