Daniel Córdova

¿Consolidación de los partidos políticos?

¿Consolidación de los partidos políticos?
Daniel Córdova
25 de mayo del 2016

Más allá de las elecciones y con ideologías propias del siglo XXI

Si algo ha quedado claro con el primer debate presidencial de la segunda vuelta, es que nada sustancial separa a los candidatos en lo económico. Lo institucional y lo político se han convertido en el centro del debate, disfrazados de pullas y frases efectistas. Que ambos candidatos hayan sido populistas no merece la menor atención. Así son todos los discursos electorales del mundo. Y ambos van a respetar el “modelo económico”, que tanto preocupa a los empresarios.

Hay, sin embargo, algo rescatable detrás de la polarización propia de toda segunda vuelta: estaríamos asistiendo al embrión de una consolidación de partidos políticos nuevos, con ideologías acordes con el siglo XXI. Antes de 1990, cuando la crisis y Fujimori terminaron con los partidos tradicionales, el asunto era más o menos así: la derecha conservadora tenía una alianza con los militares (Velasco fue la excepción) y gobernó gran parte del siglo XX; el Apra representaba a la población urbana emergente, pero el antiaprismo militar los obligó a ceder ante la centro derecha (Democracia Cristiana, luego PPC y AP); y el comunismo siempre estuvo ahí, dominando la escena sindical (y después el terrorismo) y manteniéndose en la oposición, incluso con la dictadura de Velasco, que desarmó todo por un tiempo (la democracia y la economía).

Con la reconstrucción de la economía desde los noventa, pasamos al pragmatismo como regla política. De ahí, por ejemplo, que el Apra y su líder García pasaran de la izquierda a la derecha sin inmutarse, y que Humala ganara una elección con un discurso chavista y haga el más “neoliberal” de los gobiernos de América Latina durante su mandato. Ahora el asunto es diferente. Por más que insistan en enrostrarle a Keiko la relación de Fuerza Popular con el fujimorismo antiguo, nadie le podrá negar que ha formado el partido político más fuerte que tiene el Perú en la actualidad. Así, paradójicamente, quien carga con el San Benito de antidemócrata, es quien más estaría contribuyendo con la democracia de manera tangible. Y es que el cimiento de la democracia son los partidos políticos. Mientras más sólidos estos, más se consolida aquella.

Con Fuerza Popular como partido conservador de derecha, a la imagen de la UDI en Chile y del Partido Popular en España (ambos con exponentes de las dictaduras de Pinochet y de Franco, respectivamente, consecuencia de una reconciliación que ya deberíamos empezar desde el 6 de junio), el Frente Amplio debería intentar lograr lo suyo y convertirse en “el partido” de izquierda. Para que ello sea posible, es necesario que se modernice, que deje de levantar banderas anticapitalistas solapadas de ecologismo, y que se aleje del chavismo y de Cuba.

Queda lo demás, lo que podría llamarse el centro liberal, el sancochado en el que pueden entrar las fuerzas que se reúnen alrededor de PPK. Este tendría que dejar un legado político, intentando agrupar en sus filas además de a quienes lo acompañan ahora (incluido el partido de Acuña, que es el segundo mejor organizado y relevante como tal), a lo que quede rescatable del Apra, del PPC y de AP. Estos partidos, si quisieran hacerle un bien a la democracia, deberían fundirse en un frente e ir desapareciendo, como la DC, como el PC. Son partidos del pasado, sin ideas ni ideología claras que ofrecernos. Lamentablemente, los intereses personalísimos de sus caudillos hace difícil esta opción.

Ojalá, pues, que a partir de este accidentado proceso electoral vaya marcándose una estructura política con tres opciones relevantes: la derecha conservadora, la izquierda socialista respetuosa de la economía de mercado y el centro liberal, que coincidiría con la derecha en lo económico y con la izquierda en el respeto a los derechos civiles.

Daniel Córdova

 
Daniel Córdova
25 de mayo del 2016

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