Consecuencias probables de la rendición en Colombia

La única paz duradera es la que se consigue con la victoria

Al margen de mi opinión contraria a la abdicación del derecho y la democracia, firmada con bombos y platillos por Juan Manuel Santos a instancias de un Barack Obama maestro de la finta y la pose, pocos se han detenido a analizar los efectos que este armisticio tendrá sobre Latinoamérica y en particular sobre el Perú. Las organizaciones terroristas que asolaron nuestros países, como SL y el MRTA, sin duda gritarán “me too” y buscarán homologar el tratamiento a su insanía homicida con lo sucedido en Colombia, no para ingresar pacíficamente a la democracia, sino para construir bases más sólidas para una nueva ofensiva armada futura. No sería de extrañar que despistados mandatarios, ajenos y algún local que encaje en el adjetivo, apoyen tal barbaridad.

 

A lo largo de la historia de la humanidad, el desbande de un grupo armado acaba siempre infectando el territorio adyacente. El Putumayo ya conoce las visitas esporádicas de las FARC. Personas que tras cincuenta años solo saben combatir, secuestrar y traficar van a aplicar su expertise en territorio peruano. La historia ha demostrado, también muchas veces, que ese proceso es más sangriento y extendido cuando se trata de una fuerza que no has sido derrotada totalmente en el campo militar, por la lamentable ausencia ausencia de gónadas y neuronas actuando en conjunto. Ese escenario, altamente probable, sorprenderá a un Gobierno cuya DINI sigue dejando que se les vuelen todas las palomas. ¡Cómo es posible que el Presidente se entere recién por los diarios que Sendero había construido un mausoleo!

 

No es difícil imaginar lo que puede suceder cuando esos efectivos de las FARC, “desmovilizados” pero no rendidos, con armas y experiencia, entren en contacto más estrecho con las organizaciones de narcotraficantes y con otras formas de delincuencia organizada, o con los manipuladores profesionales de la conflictividad social. Eso puede apagar de la peor manera el entusiasmo con que algunos ingenuos aplauden la rendición de Colombia.

 

Cuando leo el angelical entusiasmo infantil con que muchos celebran la “paz”, no puedo dejar de pensar que los mismos hubieran auspiciado y aplaudido, en su momento, una rendición de Inglaterra, para más muertes causadas por el bombardeo nazi. Claro que de haber triunfado el nazismo en el mundo, esos entusiastas estarían muertos o sufriendo exilio siberiano. Como las víctimas de ese primo hermano del nazismo que es el comunismo, que en versión contemporánea reúne lo más nefasto de ambas formas de fascismo en el denominado “socialismo del siglo XXI”, corrupto sistema dictatorial auspiciado por los hermanos Castro y el recientemente descubierto Lula.

 

Curioso es ver la celeridad con la que algunos plantean olvidar las atrocidades programáticas y deliberadas del agresor, mientras que se escandalizan ante los excesos eventuales de nuestros defensores. La única paz duradera es la que se construye sobre los cimientos de la victoria. Si lo olvidamos, la pérdida de la libertad estará siempre a la vuelta de la esquina.

 

Dardo López-Dolz