Hugo Neira

Confidencias con una colega indignada

Confidencias con una colega indignada
Hugo Neira
07 de noviembre del 2016

Sobre los columnistas de revistas y diarios peruanos

Podría escribir sobre el posible triunfo de Donald Trump. De todos modos ya lo he dicho, «nos revela una América de espanto». Este lunes prefiero comentar un artículo de Mariella Balbi: «“Catones” abstenerse» (Perú 21). Cada sociedad lleva consigo su propia barbarie, algo que nos devora por dentro. Los estadounidenses simpatizantes de Trump son blancos empobrecidos y sin cultura. Pueden ganar. Los peruanos tenemos otras taras colectivas, no menos riesgosas. No se ha invertido en los últimos cuarenta años en la creación de recursos humanos. De ahí tus Catones, Mariella.

Mariella, estoy de acuerdo que esos que llamas «Catones» son insoportables. Pero, ¿te has fijado cómo está el nivel? Has tenido que explicar que son «hombres públicos de manera estricta» en la Roma antigua, no vaya a ser que alguno crea que se trata de Cattone y su teatro. Por lo demás tienes razón, asumen muy orondos una función que no es la suya, la del juez. Y así anulan el espíritu crítico, por sectarios, y vuelven aburrida la lectura de los diarios. Menos mal que hay todavía quienes conocen el oficio. Pero son rara avis. (Y eso no lo explico, ¡al Google!). Quedan pocos. Los que vienen aprendieron con Powerpoint y sin abrir un libro. Un poco como los votantes de Donald Trump. El mismo mal, distintos efectos. Los que no han tenido buena escuela y escriben, instalan un a priori: o bien la maldita cultura da miedo o queda de lado. Los Catones son inseguros. De ahí la máscara de su desplante.

Me duele lo que voy a decirte, Mariella. De las escuelas públicas y privadas del Perú, desde hace cuatro decenios, se ha sacado a patadas a todo lo que puede ser la supuestamente inútil cultura general. Y bueno, eso se nota en los diarios. Y como no saben cómo se redacta, cómo se consulta y qué es razonar, pues simplemente pontifican.  Y no quiere decir hacer algún puente. Eso hay que explicarlo dado el nivel elevadísimo de «comprensión lectora».

Mira, Mariella, no va a faltar quien se asombre: ¿un columnista conversando con otro columnista? Tenemos que decirle al amable lector que eso es corriente en otros países, pero rarísimo en Lima. ¡Aquí tampoco citan! Cuando he escrito sobre Trump, cito como cancha de fuentes americanas. Los Catones ¡ni amarrados! ¿Te has preguntado por qué? En las escuelas peruanas les han enseñado a empoderarse. O sea, a tener autoconfianza. Bueno, eso es saludable para montar el negocio familiar. O si eres shipibo de esos del incendio, te vale para defender el lote. Pero para el conocimiento es fatal eso eso de «a mí nadie me enseña nada». Un Catón, desde el fondo de sus entrañas, saca su propia verdad. «No le debo nada a nadie». Ni libro ni enciclopedia, ni michi. Bueno, los filósofos de los barracones del Callao razonan por el estilo. «Eso será su verdad, pe. Pa’mi es la mía». Pero esos Sócrates del lumpen no tienen columnas.

Tus Catones se dividen en subespecies. Una es la que cuenta zonceras, para no decir otra cosa. Carlos Galdós, en Somos, cuenta que «lo ha hecho» —sexo pues Mariella— en ascensores de la residencial San Felipe, en jardines, «en el cuarto de mi vieja». Y sabes, ¿a mí qué me importa? Hay otro tipo de Catón, que es cordial en la vida corriente, pero se pone tenso cuando su escrito pasa por la imprenta. Un artículo de Carlos Bruce en Velaverde, sobre «la desconfianza en los partidos». De acuerdo, pero no hay ningún conectivo. Un «por ejemplo», «o sea», «no obstante», «tal vez», «sin embargo». Lo de Techito no es artículo sino memorándum de ministerio.

Y no es el único, Mariella. Al peruano le cuesta escribir. Una escuela, la de los constructivistas, se equivocó garrafalmente hace decenios. La lectura no es natural, como lo es respirar, mirar, tocar. Es artificial. Se enseña, se transmite, no es innata. A los infantes del mundo entero les cuesta aprender. El cerebro se adapta, pero eso tiene que ocurrir entre los 6 y los 11 años. Como sabemos eso no pasa en nuestras escuelas. Son 15 minutos de lectura. Así estamos. ¿Una de las mejores gastronomías y la peor de las escuelas del planeta? No sé qué decirte, ¿todos gorditos y terriblemente ignorantes, y felices de serlo? ¡Dios mío! Y pensar que me eduqué en eso de la «conciencia del pueblo».

¿Sabes qué dice Alfredo Bryce? «El peruano capta». O sea, tiene como encima de la cabeza una suerte de antena satelital. No piensa, sino capta. Tus Catones captan. Y Lima es una corte. Para mí es una suerte de Mónaco cercano al Perú. Los Catones escriben para quedar regio. Luego de consultar redes sociales, postean. Los griegos antiguos, que como todo el mundo sabe eran unos tarados —y encima maricones, dicen los que tienen calle— le llamaban a eso doxa, o sea charlatanería. Y al saber de verdad —ya tenían médicos— epîsteme. En el Perú, la cultura se esfumó. Los del «ya fue» son numerosos.

 

Hugo Neira

 
Hugo Neira
07 de noviembre del 2016

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