Guillermo De Vivanco

Confianza

Confianza
Guillermo De Vivanco
06 de agosto del 2014

Acerca de la confianza y el mercantilismo en nuestro país

Las últimas semanas he compartido dos experiencias personales con instituciones públicas: el Poder Judicial y la Sunat. No me siento cómodo haciéndolo, pero pretendo que mi testimonio dé luces sobre la perdida de confianza del ciudadano en el Estado y en el respeto a sus derechos.

Si pudiésemos interpretar lo importante que es la confianza en nuestras vidas seguramente seríamos mucho más cuidadosos con ella. Confianza es lo que le va a pedir el Gabinete al Congreso en los próximos días. Confianza en la palabra de Nadine de no postular el 2016, confianza en que Humala haya aprendido a no caer en tentaciones estatistas, confianza en el respeto a la propiedad privada, en las inversiones, en la estabilidad jurídica, confianza en la Policía Nacional, en la justicia, en las instituciones, en el amigo, en el amor. La confianza es indispensable en nuestras vidas. Sin embargo, la confianza se gana, no se regala; es difícil conseguirla pero que fácil es perderla.

Tuvimos confianza cuando empezamos nuestra experiencia industrial y decidimos ser formales, pero cuando nos vimos sometidos a un Poder Judicial que no protegía la legalidad, entonces se acabó el Derecho y también nuestra confianza en la justicia. ¿Por qué pagar con nuestros impuestos a jueces que no hacen su trabajo?

Perdida de confianza en las normas de comercio exterior

Desde que se abrieron las importaciones de China, fuimos invadidos masivamente por sus manufacturas textiles, confecciones, bisutería, calzado, plásticos, metal-mecánica, etc. Todos sectores intensos en empleo. Nos vimos avasallados por la competencia desleal que se aprovecha de la falta de institucionalidad y de voceros autorizados para su defensa. Durante los primeros años, casi el 50% de las confecciones chinas ingresaban por aduanas a precios por debajo de los costos de la materia prima.

La competencia globalizada trajo al Perú cada año más de 200 millones de prendas textiles confeccionadas en China. Para poder competir deberíamos tener las mismas condiciones que tienen los chinos para producir. Somos liberales, seámoslo siempre, tanto en el producto terminado como en los bienes intermedios.

Sin embargo, encontramos puro mercantilismo. Veamos: la tela más usada por las Pyme para confeccionar uniformes (Poliviscosa) es gravada con una sobretasa arancelaria para "proteger" al fabricante nacional de esa tela, el cual puede así mantener sus precios y mejorar sus márgenes. Lo que resulta insólito es que los uniformes importados, de la misma tela, NO pagan la sobretasa. ¿Premiamos la mano de obra extranjera?. Otro ejemplo: El mayor fabricante de cierres del Perú, que tiene una protección por diez años, exporta a 11 dólares el kilo pero vende a 19 en el mercado local. Y ahora quiere diez años mas de salvaguardas.

SENASA y el gorgojo de Copra

La semana pasada SENASA anunció medidas para proteger la semilla del café. Esto me recuerda la resolución que prohibió importar hilo de la India., que es mucho más barato que el nacional e indispensable para competir con los textiles chinos. El primer pretexto fue que el hilo hindú estaba contaminado con el gorgojo de Copra, después se arguyó que era por un pesticida usado en la India pero resulta que en el Perú también se usa el mismo pesticida.

Detrás de aquella resolución de SENASA hubo puro mercantilismo. Necesitaban eliminar la competencia del hilo Hindú para que el Banco Agrario pudiera cobrar sus créditos garantizados por un algodón más caro. Esto consta en el acta firmada en el Congreso de la República el 23 de Agosto, el mismo día que salió publicada la restricción. El punto 7 del acta dice: “En virtud a lo antes mencionado, los gremios representativos de los productores algodoneros reconocen y felicitan por el importante avance con la R.D. 26-2011 AG-SENASA_DVS, emitida por el Ministerio de Agricultura como mecanismo de defensa a la cadena textil; sugiriendo ampliar la medida a los demás países vecinos del sudeste asiático”. Se cayó la careta; lo que se pretendía era no competir con las hilanderías del sudeste asiático. Lo del gorgojo y del pesticida eran mentiras. La medida fue derogada a los 60 días. El daño estaba hecho. ¿Cómo pretende ahora SENASA proteger la semilla de café?

Conclusión

Desconfío de la institucionalidad, de la república, de la formalidad, de la transparencia, de la resolución de SENASA que viene para “proteger” la semilla del café, de los políticos que a la mentira la llaman cambiar de opinión, de las AFP, del super-Estado, de la prensa, pero sobre todo desconfió de los que me dicen que confíe.

Por Guillermo de Vivanco

Guillermo De Vivanco
06 de agosto del 2014

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