Tino Santander

Con las mismas palabras

Todos los hombres que quisieron transformar al Perú han fracasado

Con las mismas palabras
Tino Santander
31 de julio del 2018

 

Cada vez que llego al Cusco recuerdo la frase de Riva Agüero: “Cusco, hay que verte desde lo más alto y desde lejos, emperatriz destronada de infaustos destinos”. El Cusco, fue un santuario, me dice César Chacón, un amigo español afincado en la ciudad imperial hace 60 años y que él llama la “Ciudad de Dios”. Pero la ciudad se está convirtiendo en un inmenso pueblo joven lleno de cantinas y bares que destrozan la superposición del arte de la cultura española sobre lo incaico; esa fusión cultural que ha creado al mestizo, a quien los intelectuales del siglo XX llamaban “cholo”, como expresión de la peruanidad.

César Chacón es un agudo y sereno observador de la realidad nacional, por eso le pregunté su opinión del mensaje presidencial. Chacón fue muy claro: “Vizcarra es un pigmeo de la política, y el país es un desierto espiritual que apedrea a todo aquel que intenta transformarlo. Siempre me he preguntado por qué el pueblo peruano escogió lo peor”, me dijo sin tapujos.

Las “elites dominantes” no entendieron a Bartolomé Herrera que exaltaba la “soberanía de la inteligencia”, ni valoraron a José Gálvez Egúsquiza, que pregonaba desde el rectorado del Colegio Guadalupe la tolerancia y el respeto a las libertades democráticas; ambos fueron las primeras voces solitarias que clamaban en el desierto peruano. Ni el ejemplo heroico de Túpac Amaru, Miguel Grau, Francisco Bolognesi, Andrés Avelino Cáceres y los miles de peruanos que dieron su vida por el Perú ha conmovido a su clase política. Al contrario, sus vidas no son un paradigma para los peruanos, sino un ritual comercial y festivo que nada tiene que ver con el amor a la patria.

Todos los hombres que quisieron transformar al Perú han fracasado o sus ideas han sido tergiversadas o aprovechadas para lucrar. La propuesta de José Carlos Mariátegui de construir “un socialismo democrático sin calco ni copia”, ha sido prostituida por la izquierda patibularia y facciosa que dice seguir a Mariátegui, pero solo se aprovecha de su figura para obtener sinecuras en nombre de la revolución. El caso de Haya de la Torres, es patético: uno de los ideólogos socialdemócratas más importante de América Latina ha sido traicionado y olvidado por sus seguidores, y en su nombre han hecho de la política un vil negociado.

Ni los profetas contemporáneos son escuchados. Allí se tiene a Mario Vargas Llosa, que cree que el Perú puede ser un país libre y democrático; o Hernando de Soto, que ilusamente aspira a acabar con la informalidad. O al clandestino profesor de Derecho Jorge Astete, que cree utópicamente que podemos separar la política del derecho y crear una República donde impere la ley y no la voluntad de caudillos. Todos ellos, me dijo Chacón, son algunas de las voces que claman en el desierto, que anuncian buenas nuevas que entusiasman y emocionan, pero que son aprovechadas para la corrupción.

En Urubamba le pregunté a una campesina, que vendía choclos con queso, si escuchó el mensaje del presidente y me dijo: “Con las mismas palabras nos hablaron Fujimori, Toledo, Humala, Alan y PPK, Y todos nos engañaron, todos son corruptos. Nosotros, los que nos levantamos a las cinco de la mañana para trabajar, preferimos escuchar nuestra música que a esos suas (ladrones)”. Los peruanos no escuchan a nadie ni entienden nada, siguen su camino al margen de sus elites.

 

Tino Santander
31 de julio del 2018

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