Jorge Nieto Montesinos

Como el día

Como el día
Jorge Nieto Montesinos
29 de julio del 2014

Un mensaje frío, gris, triste, con algún chispazo por ahí

Como el día. El discurso presidencial fue como el día: gris, triste, frío. Algún chispazo aquí, alguna buena nueva allá. Quienes siguen convencidos que la política es un ruido molesto esperaban esto. Asociando discursos presidenciales rutilantes y sorpresivos con el caos irresponsable de otras épocas, hicieron elogio de la rutina aburrida y previsible en la rendición de cuentas ante la representación nacional. Estarán contentos. Eso hemos tenido.

El recitar cansino de un listado de medidas grandes, medianas, pequeñas, ordenaditas, en su mayoría inerciales, de tecnocracia buena un par, dicho casi todo sin convicción. Un estilo de oratoria administrativa como el de García Pérez en su segundo gobierno. Con una diferencia. En el aprista el estilo administrativo fue elección consciente para que la machacona repetición de cifras sonara como el tambor batiente del crecimiento en el contexto de una economía internacional con fuertes vientos a favor.  Y así fue. Aquí no. Es todo lo que se tiene. No hay más. Tal vez por ello ni el oficialismo ni la oposición manifestaron emoción alguna. Para adherir o para denostar. Hasta los aplausos parecían un pacto de moderación. Y el ambiente, a ratos, de fin de fiesta. Como si fuera el último. Y faltan dos años...

Solo cuando habló de educación y de reestructuración productiva el tono del presidente recobro fuerza, brillo. Como si los ministros encargados de ambos sectores hubieran ejercido su liderazgo, ellos si, sobre el presidente. Y sobre el discurso. Convencidos de lo que hacen, deben haber trasmitido al presidente esa misma convicción. Y es notorio que aquí el presidente recobró alma. Fe. Algo en que creer. Él, que fue dejando de a pocos la gran transformación; que asumió compromisos de los que aun hoy no parece estar muy convencido; ha encontrado en esos ministros gente que le ha insuflado espíritu. No solo seguridad psicológica, también sustancia. Y eso está muy bien. Pero no es suficiente. No, por lo menos, sin hacerse cargo de la seguridad ciudadana y de la desaceleración económica que ya empieza a pasar factura.

En materia de seguridad ciudadana fue, otra vez, lo mismo: ausencia de liderazgo, falta de plan, cifras ligeras. Más o menos como el día a día de las últimas semanas. ¿160,000 detenidos desde julio de 2013 hasta ahora? ¿De dónde viene la cifra? ¿Y donde están? Porque, que se sepa, en las cárceles peruanas hay poco más de 60,000 personas. Y ya con ello tenemos una sobrepoblación mayor al 100%. ¿En un año se han detenido casi 270% más de personas? ¿De verdad? Y si los detuvieron y los soltaron, habrá que ver qué juez determinó su libertad… como ocurrió tal desembalse judicial… ¿O de qué estamos hablando?

Otro tanto ocurre en materia económica. No parece haber un diagnostico. Y por tanto los “comos” no aparecen. ¿Cómo se van a sostener las tasas de crecimiento económico en un periodo marcado por el fin del super ciclo de los commodities? ¿A cuánto asciende este impacto? ¿Cómo se expresa en las expectativas de los agentes económicos, particularmente en la inversión privada? ¿Y en este contexto cuanto realmente pesa en la inversión privada todo aquello que los empresarios resumen en un neologismo horrible: la permisología? Si, como dice el BID, el 80% de la reducción de la pobreza depende del crecimiento, empezamos a estar en problemas. Y pueden agravarse.

En el principal acto político del país oficial, la política ha estado ausente. ¿Confianza? ¿Esperanza? ¿Rumbo?  Ha ocurrido el discurso presidencial y el día, como la realidad, sigue igual: gris, triste, frío. Como si no hubiera pasado nada. O casi.

Por Jorge Nieto Montesinos

Jorge Nieto Montesinos
29 de julio del 2014

COMENTARIOS