Nancy Arellano

¿Cómo construir partidos políticos desde las posturas actuales?

¿Cómo construir partidos políticos desde las posturas actuales?
Nancy Arellano
11 de mayo del 2016

Cómo recuperar la legitimidad de los partidos políticos

En el artículo anterior hablé de los partidos por su tipología y de la urgencia de renovarlos. Ahora propongo algunas líneas referidas a recuperar la identidad/legitimidad de la hermandad política y de la vocería familiar.

1.- Entender el estado de las cosas: No podemos ofrecer soluciones sociales —y menos políticas— sin comprender de qué va la sociedad actual. Para empezar, por tres razones simples:

1.1) La sociedad es dinámica y la validez del ejercicio efectivo del poder en el Estado Nación ha transitado desde la monarquía absolutista hasta la democracia representativa1, para garantizar la armonía2 del sistema y la igualdad en la ampliación de la noción de ciudadanía. Dentro de cada estadio histórico, además, ha habido mutaciones continuas. Ahora estamos frente a una.

1.2) La política democrática productiva3 se valida cuando los ciudadanos compran las ideas que sienten” y así se logran los fines: por un lado, a través de la acción, el ciudadano delega su poder originario en la clase política (elección/voto); y por el otro, a través de la sujeción, el ciudadano acata los mandatos derivados de los centros de poder delegados. Y la ficción contractual presente en la acción/sujeción, muy real en la democracia representativa, ocurre necesariamente dentro de un sistema económico dominante, porque la economía y la política siempre han sido hermanas siamesas. La economía es el hecho primario de la vida social: sin economía no existe ciudad/polis. Así el sistema capitalista globalizador y trasnacional actual muestra a la democracia como el único sistema político coherente con las aspiraciones ilimitadas del individuo y la colectividad en perenne tensión; porque establece mercados mayoritariamente estables, de movilidad social sostenida por la innovación tecnológica y moderadamente predecibles por acuerdos de comercio nacional/internacional (rule of law). Si se prefiere, hablemos de "economía postcapitalista", tema que trataré en un próximo artículo.

 

1.3) Los fines del sistema apuntan hacia la realización de la promesa democrática de salvaguarda y la mejora en la calidad de vida por la vía pacífica, consensuada y justa; es decir, armónica. Entre el dinamismo, la democracia y la economía, los ciudadanos renuncian, al mejor estilo hobbesiano, a su “poder personal de preservación” por lograr la armonía. Lo anterior al mejor estilo neoconstructivista y neoliberal (kantiano), esto es, en nombre de unos valores ampliamente aceptados en Occidente y bajo el Imperio de la Ley.

El tema se complica cuando reparamos en qué significa pacífica, consensuada y justa. Los límites de la “paz”, la amplitud del “consenso” y la comprensión acerca de lo “justo”. La tensión permanente. ¿Cuánta paz es necesaria? ¿A qué precio?, ¿Cómo defenderla? ¿Hasta dónde podemos conceder en los acuerdos? ¿Hasta dónde debe intervenir el Estado?, ¿Dónde está el límite entre lo privado y lo público? ¿Cuál es el tamaño óptimo del Estado en la economía? ¿Quiénes son los interlocutores válidos para responder a las preguntas? Recordemos que la palabra “pueblo” es un sustantivo abstracto, y que ningún pueblo se ha expresado íntegro a lo largo de la historia. Lo que tenemos son expresiones organizadas y mayoritarias a través de los sistemas de designación o elecciones. Por tanto, los partidos cumplen la función de tamiz de intenciones y promesas populares, son los contendores en la tensión. No hay voces absolutas que hablen al unísono, como pretendiera decir Rousseau o algunos demagogos actuales.

2.- Los interlocutores válidos: Volvemos al punto que nos ocupa, los partidos. Los partidos son los interlocutores válidos para propiciar la discusión política democrática, por ello siguen teniendo vigencia. Ahora la validez de estos como interlocutores es lo que importa. ¿Por qué deben representar a un mercado electoral? Porque son la voz de un conjunto de creencias, principios, valores compartidos por un número representativo de ciudadanos peruanos. Eso nos remonta a la discusión básica ¿En qué creemos como agrupación política? La discusión clásica de derecha versus izquierda que hoy día toma matices en centro derecha y centro izquierda.

No digo esto porque todos tengan que pertenecer al centro, electoralmente conveniente, sino porque el centro, como se plantea en este artículo, es el producto de la convención del sistema internacional occidental después del estremecimiento que supusieron la Primera y Segunda Guerra Mundial. Hablo de los DD.HH.

Nadie en su sano juicio se atrevería a decir que los DD.HH. son una conquista renunciable. Al menos nadie que se diga demócrata. En este sentido, orbitamos alrededor de un centro utópico (DD.HH.) donde existiría a) un grupo de ciudadanos que creen que el Estado debe tener mayor intervención en la vida social (centro izquierda), y b) otro grupo que cree que esa intervención debe ser menor (centro derecha). Los extremistas de izquierda creen que el Estado debe regular toda la vida social (económica, intelectual y productiva), dinamitando la esfera privada en nombre del “bien común por colectivización” y la “igualdad” (como razón superior), y los extremistas de derecha creen que el Estado debe ser mínimo y que la esfera privada se extiende hasta reducir lo público, en nombre del “bien común por agregados” y la “libertad” (como razón superior). En los extremos utópicos hablamos de Marx versus Rothbard, por ejemplo. A mi modo de ver, como ambos extremos buscan exterminar finalmente al Estado —la izquierda utópica (comunista) o la derecha utópica (anarcoliberal)—, no tienen cabida en el sistema de Estado Nación aún existente y, desde mi perspectiva, necesario e imposible de destruir.

Por ello estamos condenados a orbitar en una escala de dos a nueve, siendo uno la extrema izquierda y diez la extrema derecha, pasando por corrientes como el neoconservadurismo, socioliberalismo o el miniarquismo, respecto al esquema de “moralidad” versus “ética”, la costumbre social y tradición (como autoridad) versus la modernidad social y la creación de nuevos paradigmas (como conciencia); es decir, desde como conservadurismo absolutista hasta como liberalismo amoral.

¿Dónde están nuestros partidos? ¿Cuáles son los partidos necesarios? Es la pregunta a responder.

3.- La asignación de identidad por descripción, no por prescripción de cúpulas: empezar por el clásico FODA y la convalidación en el espectro, ese es el comienzo. Los partidos deben empezar por determinar su ubicación en el espectro y admitir renuncias de filiaciones y simpatizantes para lograr mejores capturas. Definir qué consideran ellos como Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas en la peruanidad actual nos ayudará a definir qué tipo de conglomerado social con fines políticos pretenden ser.

Responder las preguntas ideológicas implica revitalizar el carácter representativo de la agrupación: el alma del partido. Supondrá también perder parte de las militancias/simpatías clientelares, pero permitirá sincerar el sistema y recuperar la credibilidad en él. Es urgente que el ciudadano de a pie logre identificarse con los partidos de forma profunda y sincera, para poder producir políticas públicas eficientes y eficaces, fortalecer la democracia, controlar la agenda pública y salvar la democracia de los “cantos de sirena” en periodos electorales.

Así quedará establecido quiénes somos y en qué creemos, izquierda liberal o conservadora, derecha liberal o conservadora —por ejemplo—; qué queremos y qué nos motivará a los militantes y ciudadanos a contribuir en el quehacer político. Es fundamental que las agrupaciones revisen sus tesis políticas, algunas deberán definirlas por primera vez. Urge crear además una agenda pública y una agenda digital de los partidos de 5ta Generación.

 

Los encargados de esta labor serán los líderes de uno de los cambios políticos más trascendentes del siglo XXI.

 

Nancy Arellano

@nancyarellano

Analista Político y Consultora en Politing® y Estrategias de Mercados. Magíster en Gobierno y Gestión Pública para América Latina de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (España); Especialista en Finanzas Internacionales y Licenciado en Estudios Liberales de la Universidad Metropolitana de Caracas (Venezuela).

1 No reparo en la democracia constitucional por comprender cuáles son las debilidades presentes en la asunción del constitucionalismo democrático en Latinoamérica.

2 Entendida en términos simples, como ausencia de conflicto.

3 A lo que llamo el sistema político de la economía postcapitalista.

 
Nancy Arellano
11 de mayo del 2016

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