Octavio Vinces

Clásico de literatura peruana de los 90

Clásico de literatura peruana de los 90
Octavio Vinces
08 de julio del 2014

El primer libro de relatos de Enrique Prochazka, “Un único desierto”

La existencia de Un único desierto, de Enrique Prochazka, prueba que la condición de extranjero no es necesariamente accidental, y que uno puede serlo aunque permanezca en la ciudad que lo vio nacer y crecer. Prochazka escribe, con bastante lucidez y no menos realismo, que «Lima es un conjunto de ciudades enemigas que se disputan un único desierto». Y es precisamente en ese conjunto de ciudades donde el autor de este conjunto de relatos mayores ha iniciado su andadura, premunido de una profunda curiosidad intelectual y contando con un background compuesto de las historias, los pensamientos y la comprensión de diversas cosmovisiones, que dicha curiosidad le ha proporcionado. La Lima de Prochazka dejó hace tiempo de ser la que se origina desde la casa paterna de Magdalena, cercana al Océano Pacífico, porque el autor ha sido capaz de traspasar sus fronteras internas e invisibles para experimentar la sorpresa del viajero. Pero también para contrastar esta experiencia con los archivos de una cultura excepcional. No es de extrañar entonces que el relato más salvajemente limeño de Un único desierto, aquel en el que se hace evidente esa disputa entre «ciudades enemigas», tenga por título Cáucaso.

Enrique Prochazka llegó a la literatura a través de la filosofía, la astrofísica y la práctica fiel del andinismo. Es un erudito que emprende la aventura de narrar tal vez como un medio de drenar sus inquietudes y tender puentes entre sus diversos intereses. Creo que Prochazka, en realidad, no escribe para nadie que no sea él mismo, y que al permitir que otros lo lean realiza una especie de acto de benevolencia. Como también lo hace al dialogar con otros. Su estado natural es el del lector siempre ávido, el del caminante solitario de calles citadinas y grises, y, por supuesto, el del andinista tenaz y arriesgado. Como Borges, parece tratarse de un erudito distante y caprichoso, que se distrae a sí mismo tejiendo historias sobre personajes arquetípicos, y no de un maestro accesible para quienes pretendan conocerlo en persona o dialogar sobre inquietudes literarias. No imagino a ningún principiante sensato llevándole sus escritos. Él —solamente él— tendrá que escoger con quien se junta, qué lee, con quién conversa.

Un único desierto, el primer libro de relatos de Enrique Prochazka, se ha convertido no únicamente en un libro de culto, sino también en un permanente llamado de alerta para quienes pretenden entender la literatura como una especie de manifestación folklórica emparentada a una sociedad específica. Pero más allá de eso, Un único desierto bien puede ser calificado como el primer clásico de la literatura peruana de los años 90.

Por Octavio Vinces

Octavio Vinces
08 de julio del 2014

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