Eduardo Zapata

Ciudad-escuela

Ciudad-escuela
Eduardo Zapata
22 de diciembre del 2016

Nuestras ciudades siguen siendo el reino de los antivalores

La inteligente educadora argentina Emilia Ferreiro solía decir que no puede ser objeto escolar aquello que —previamente— no es un objeto social valorado y apreciado.

Y a pesar de la verdad de esta afirmación, persistimos en hacer de nuestras calles y ciudades una negación —dramáticamente ejemplar— de todo aquello que la bien intencionada escuela proclama.

La escuela de la calle nos enseña la inexistencia de valores básicos para la convivencia civilizada: propiedad, trabajo, producción y productividad, así como del valor del dinero entendido como mecanismo de intercambio por un servicio o bien ofrecido. Demás está decir que el valor de la libertad, debidamente entendida, también está ausente.

Si repasamos mentalmente conductas cotidianas será fácil advertir que la ciudad sigue siendo el reino del antivalor. Y —en la práctica— es la escuela auténtica de niños, adolescentes y aun adultos.

El trazo urbano mismo, el respeto por la estética y el medio ambiente, la viabilidad funcional del transporte, el imperio visible de la autoridad, educan. Y deberían empezar por educar que el “otro” existe; que ese otro es una propiedad.

El 2018 tendremos campañas electorales municipales. Ojalá los candidatos entiendan y traduzcan en sus propuestas de gobierno que constituye una urgencia convertir las calles y ciudades en escuelas de civilización. La seguridad —por ejemplo— exige planes concretos y efectivos, pero entendiendo que en esa seguridad no solo está en juego la oposición vida/muerte, sino el ofrecimiento de un espacio para que prosperen y se interioricen valores sin los cuales ningún grupo social puede ser civilizadamente sostenible.

“Decente” es una voz de origen latino que significa honesto, justo, debido. No agota su significado, entonces, en ser un término antinómico a corrupto. Menos en una sociedad donde una persona corrupta —por razones sociales— puede aún ser considerada como “decente”.

Querido Papá Noel: dado que el año que viene seguramente los candidatos serios a las alcaldías estarán trazando sus planes de gobierno, te pediría como deseo navideño que dichos planes obedezcan a la visión de una ciudad-escuela.

Y te pediría también que las nuevas autoridades del Ministerio de Educación —órgano del Ejecutivo— entiendan que la reforma educativa no se agota en las aulas. La reclamada reforma educativa pasa necesariamente por hacer de las nuestras ciudades-escuela.

Difícil reto para los candidatos a las alcaldías en el 2018. Porque esta dimensión de la ciudad como escuela no suele ser tomada en cuenta.

 

Eduardo Zapata Saldaña

Eduardo Zapata
22 de diciembre del 2016

NOTICIAS RELACIONADAS >

Pobrecitos los viejitos

Columnas

Pobrecitos los viejitos

Si usted anda en ese grupo etario al que se suele aludir como ´c...

17 de abril
Nuestros niños y su cerebro

Columnas

Nuestros niños y su cerebro

  En lo que se refiere específicamente a lo educativo, to...

11 de abril
Una joyita

Columnas

Una joyita

Resultó siendo públicamente una joya. Y de las de &acute...

04 de abril

COMENTARIOS